El 18 de Octubre pasado tuve la oportunidad de participar en el Coloquio Internacional Quiénes fueron, qué fueron y qué hacían. Identidades y arqueología funeraria entre los siglos V y VIII, celebrado en Vitoria.
No es que me guste demasiado hacer esto, pero como los videos ya están colgados en la web de la EHU-UPV y circulan por ahí desde hace varias semanas, aquí va el enlace del de mi intervención, con la presentación que firmamos Enrique y yo:
http://ehutb.ehu.es/es/video/index/uuid/526fb662c2832.html
Y todos los demás videos del coloquio, con las presentaciones y los debates, pueden verse pinchando en este otro:
http://ehutb.ehu.es/es/serial/index/id/1476/page/1.HTML
Que los lectores del blog puedan acceder a las grabaciones de las presentaciones me evita tener que resumirlas aquí y me permite pasar directamente a hacer una más que breve valoración de conjunto de mi experiencia en Vitoria: fue magnífica. Sólo puedo dar las gracias (muchas veces) a la organización del evento (y, en especial, a Juan Antonio Quirós) por las atenciones y el trato recibidos y por haberme dado la oportunidad de estar allí y compartir nuestras investigaciones (y las de otros que nos precedieron o que caminan a la par que nosotros por la cada vez menos tortuosa senda de la arqueología tardoantigua-altomedieval cántabra) con el público y el resto de participantes. Y también a los compañeros de coloquio con los que tuve la suerte de compartir barra y/o mesa (e intercambiar ideas y chascarrillos varios) en el día largo que anduve por allí.
En cuanto a mí y a mi exposición, no he tenido tiempo de visionarla aún con calma (sólo a trozos, con Lara impidiendo por todos los medios que su madre pudiera verla), pero sí que me he quedado con esa extraña sensación que se siente al verse a uno mismo contando algo. Y, como suele ocurrir, no me ha gustado demasiado lo que he visto: muchos nervios, mucha mueca y algún que otro error (imperdonable confundir mil trescientos sesenta y pico con mil seiscientos nosecuanto). Además (y de eso me di cuenta al terminar) olvidé citar los nombres de varios de los colegas cuyas excavaciones y trabajos aparecían en la presentación, así que aprovecho para pedir disculpas, aquí y ahora, a esos "olvidados" por causa de los nervios del directo (en la publicación sí se les citará como corresponde, por supuesto).
Para terminar, la impresión que me traje de vuelta es que lo que llevábamos gustó (así, en general) y sorprendió (por la cantidad y, en algunos casos, la calidad de materiales y contextos) y que al menos una cosa quedó clara: que en Cantabria, para estos siglos, hay mucho más de lo que suele pensarse fuera (y, en muchos casos y por desgracia, también dentro). Ahora toca ir preparando el artículo, pero esa es otra historia.