En una entrada anterior amenazaba con meterme con la necrópolis alavesa de Aldaieta, con sus marcadores genéticos norteafricanos y con su último momento de vida (paradójica expresión, tratándose de un cementerio, por cierto). Pues bien, pasados unos meses creo que toca volver sobre esos temas y plantear algunas cuestiones que creo pueden tener cierto valor para quienes estudiamos, de la forma que sea, el que considero que es el siglo más interesante de toda la Edad Media peninsular: el VIII.
Para quienes a estas alturas no conozcan Aldaieta, lo mejor sería que le echasen un ojo a la monografía de la excavación que dirigió A. Azkarate Garai-Olaun, un trabajo modélico de recogida de datos y plasmación gráfica de los mismos (lamentablemente, el segundo volumen, dedicado a la interpretación, nunca llegó a publicarse) completamente accesible en la red, en formato PDF. Pero, por si hay a quien se le haga muy duro meterse todas esas páginas entre pecho y espalda y tampoco quiera mirarse otros trabajos más breves en los que sí que se cuenta la historia del cementerio y se hacen algunas interpretaciones (como éste o este otro), esbozaré, de forma muy sumaria, algunas de sus principales características:
- es una necrópolis de inhumación (con los muertos depositados en ataúdes y enterrados en fosas simples) en la que se han excavado numerosas tumbas con ajuar (de las conservadas, porque una buena parte parece haber sido destruida por las aguas del pantano en cuya orilla se localiza)
- ajuares en los que abundan, de forma contraria a lo que ocurre en otras zonas de la Península y similar a lo que pasa en otros yacimientos de su entorno geográfico más cercano (y en el centro y norte de Francia, no nos olvidemos), las armas, especialmente las lanzas y jabalinas y las hachas de combate; y algunos materiales que remiten a contextos ultrapirenaicos (guarniciones de cinturón, recipientes metálicos y de vidrio, etc.)
- que cuenta con dos zonas bien diferenciadas y, en general, con dos formas muy distintas de disponer las sepulturas: tumbas formando hileraspor una parte y sepulturas agrupadas en torno a determinados enterramientos "principales" por otra. Éstas podrían responder a una evolución cronológica en las costumbres funerarias (más antigua la primera y posterior la segunda).
- y que presenta un período de uso que podría situarse, a partir de argumentos cronotipológicos (por los objetos que acompañan a los muertos), entre mediados del siglo VI y la segunda mitad del VII
Entre los varios aspectos de este cementerio que se han estudiado posteriormente destaca por méritos propios el que tiene que ver con el ADN antiguo (ya enlacé algún artículo en otra ocasión, pero vuelvo a hacerlo ahora para que sea más fácil seguir el hilo de la entrada). Entre los resultados más interesantes de los análisis de ADN mitocondrial (mtDNA) realizados sobre una amplia muestra de restos humanos destaca, a mi entender, la presencia de marcadores genéticos de origen norteafricano en dos individuos. Concretamente, del haplotipo ht17, perteneciente al haplogrupo M1 o, más concretamente y dentro de este último, al grupo M1c, presente en poblaciones actuales de bereberes del noroeste de África (y en las islas Canarias, entre otros lugares). Este haplotipo fue detectado en los restos de los dos individuos encontrados en las sepulturas B3 y B4, un sujeto infantil y otro adulto, muy probablemente emparentados. Ambas tumbas se situaban, una junto a la otra y en paralelo, en el sector B de la necrópolis, cerca del conjunto B29-43 (este dato es importante, como veremos más tarde).
Hay que apuntar aquí que los análisis de ADN del cromosoma Y (el que, por razones obvias y al contrario de lo que ocurre con el mitocondrial que sólo es transmitido por vía materna, pasa únicamente de padres a hijos/as) realizados a numerosos individuos enterrados en la necrópolis han ofrecido resultados negativos en lo que a "genes bereberes" se refiere. Conviene recordarlo porque podría ser un detalle muy importante.
Volviendo al ADN mitocondrial, la presencia de esos marcadores genéticos de origen norteafricano en Aldaieta permitió a los investigadores sacar una importante conclusión: que la necrópolis no tenía nada que ver con la invasión del año 711, ya que la su "vida" terminaba unas décadas antes de esa fecha. Por tanto, ese linaje mitocondrial habría arribado a la Península en otro momento histórico anterior, convirtiéndose Aldaieta en el principal apoyo de quienes defienden una llegada de gentes desde el norte de África en la Prehistoria. Y así quedó el tema.
En el año 2010 asistí en Vitoria al Coloquio Internacional "Vasconia en la Alta Edad Media. 450-1000" y allí, en una de las conferencias (creo recordar que en la de J. J. Larrea) se hizo mención a un hallazgo en Aldaieta (mejor, a la reinterpretación de un objeto recuperado en la excavación) que podría suponer un cambio importante en la interpretación de la necrópolis, concretamente de su cronología; y más concretamente aún, del final de su uso como lugar de enterramiento. El conferenciante, al hablar de los anillos con inscripciones en caracteres cúficos y con leyendas islámicas recogidos en las necrópolis pamplonesas de Argaray (excavada hace un montón de años) y de la Casa del Condestable (objeto de una intervención entonces muy reciente), citó la existencia de algo similar en Aldaieta: un anillo con una inscripción de ese tipo o que imitaba las inscripciones de ese tipo. Y todo ello en el contexto de su explicación acerca del cambio en los "objetos de prestigio" que acompañaban a los miembros de las elites vasconas a la tumba en el siglo VIII, donde las armas o los materiales de procedencia norpirenaica habían dado paso a esos anillos que mostraban sus vínculos con el nuevo poder surgido en la Península tras la invasión de 711.
En cuanto tuve oportunidad (en uno de los turnos destinados a ello) le pregunté a A. Azkarate por el asunto del anillo, por cómo podía cambiar sustancialmente la cronología manejada para la necrópolis y por su posible relación, si es que la tenía, con los dos individuos con marcadores genéticos africanos. Lo que me contestó, de forma muy resumida, fue más o menos ésto: que el asunto estaba aún en estudio y no era seguro al cien por cien, que el anillo era muy parecido a uno recuperado en una de las tumbas de la Casa del Condestable, que en esa necrópolis pamplonesa había anillos con inscripciones cúficas y anillos con inscripciones que imitaban las cúficas y que la pieza de Aldaieta procedía del mismo sector que los muertos con ht17. Sabiendo esto, al volver a casa cogí la monografía y di rápidamente con él. Es éste:
Llegados a este punto y después de esta laaaarga introducción, toca especular. Sé que lo que voy a escribir a continuación se asienta sobre bases bastante endebles, pero creo que es interesante plantearlo. Vamos allá.
Si se confirma que el anillo porta, en efecto, una inscripción en caracteres cúficos (o que los imita) tendríamos que admitir que, con toda probabilidad, la última fase de uso de la necrópolis no termina en las últimas décadas del siglo VII sino que se adentraría en el VIII, más allá del año 711 (quizá bastante más allá...). Es muy difícil, por no decir imposible, que una pieza de ese tipo hubiese llegado a la Península antes que las tropas de Tarik y, además, contamos con el paralelo de los "anillos cúficos" navarros y de sus contextos de aparición: necrópolis cristianas del siglo VIII en territorio vascón.
En relación con ello podríamos encontrar una explicación medieval para las peculiaridades genéticas de los individuos B3 y B4. En un contexto del siglo VIII no sólo sus marcadores genéticos serían norteafricanos (que lo son), sino que al menos el mayor de los dos (B4) también lo sería (resulta tentador pensar que nos encontramos ante una madre y un hijo/a, como sugieren tanto la inmediatez de las tumbas como el hecho de que compartan un haplotipo que sólo se transmite por vía materna).
De dar por hecho ambos supuestos tendríamos que aceptar que ese cambio en la forma de representar el estatus mencionado por Larrea también se dio entre la población presente en Aldaieta (lo que tiene bastante lógica, más sabiendo cómo Álava se convierte durante el siglo VIII en un territorio de frontera entre Al-Andalus y el emergente Reino de Asturias). Y que esa población, además de recibir objetos "exóticos" como los anillos con leyendas cúficas (o sus imitaciones), acogió incluso a gentes venidas de más allá del Estrecho. Que ese aporte de población se limite a una sola persona (considerando que su posible hijo/a pudo nacer ya entre los Vascones) y probablemente mujer, podría estar indicando que se trató de un hecho puntual: una captura en una acción armada, un matrimonio para sellar una alianza, una entrega de rehenes para garantizar un tratado...
Y para terminar con la especulación, un último detalle: esa presunta "mujer norteafricana" no fue enterrada siguiendo los preceptos del Islam (en decúbito lateral derecho, mirando hacia La Meca y sin ningún objeto de ajuar). Ambos individuos (B3 y B4) fueron inhumados de una forma común entre los pobladores cristianos de la Hispania del siglo VIII y sin desentonar de otras muchas tumbas "aldaietenses". Se me ocurren dos posibles explicaciones para ello: o era una bereber no islamizada (cristiana o pagana) o su islamización era tan superficial que, al integrarse en su nueva comunidad, abandonó la fe musulmana y pasó a adoptar la de su grupo de acogida (cualquiera de los dos supuestos serviría como argumento para alguna de las discusiones que tuvieron lugar en los comentarios de "Una sangre no tan limpia (2)").
En cualquier caso, lo dicho en estos últimos párrafos no pasa de ser, una vez más y como no me he cansado de repetir, una mera especulación. Una especulación sugerente, sí, pero montada sobre dos "y si" que distan bastante de haber sido confirmados. Para salir definitivamente de dudas sobre este curioso asunto sería necesario, al menos, hacer un estudio del anillo y de su inscripción que estableciese de forma definitiva (si es que es posible hacerlo) si es o no es lo que parece; y obtener dataciones absolutas mediante C14 de los individuos B3 y B4 (especialmente de este último) y/o realizar análisis sobre su dentición (de los isótopos del Estroncio, por ejemplo) que permitiesen conocer dónde vivieron ambos. Respecto a lo primero, no tengo ni idea de si ese estudio se ha hecho o no, pero que haya transcurrido tanto tiempo desde que "se levantó la liebre" y no hayamos tenido noticias al respecto da que pensar (da que pensar que a lo peor el anillo no porta una inscripción arábiga o pseudo-arábiga y se trata sólo de un motivo decorativo sin más). Y en cuanto a lo segundo, tampoco me consta que esté en marcha, aunque sí que ha habido algún movimiento al respecto. Espero que una Tesis Doctoral que está ahora mismo en redacción (y hasta aquí puedo leer) arroje algo de luz sobre este asunto y termine, para bien o para mal, con estas especulaciones.
Para quienes a estas alturas no conozcan Aldaieta, lo mejor sería que le echasen un ojo a la monografía de la excavación que dirigió A. Azkarate Garai-Olaun, un trabajo modélico de recogida de datos y plasmación gráfica de los mismos (lamentablemente, el segundo volumen, dedicado a la interpretación, nunca llegó a publicarse) completamente accesible en la red, en formato PDF. Pero, por si hay a quien se le haga muy duro meterse todas esas páginas entre pecho y espalda y tampoco quiera mirarse otros trabajos más breves en los que sí que se cuenta la historia del cementerio y se hacen algunas interpretaciones (como éste o este otro), esbozaré, de forma muy sumaria, algunas de sus principales características:
- es una necrópolis de inhumación (con los muertos depositados en ataúdes y enterrados en fosas simples) en la que se han excavado numerosas tumbas con ajuar (de las conservadas, porque una buena parte parece haber sido destruida por las aguas del pantano en cuya orilla se localiza)
- ajuares en los que abundan, de forma contraria a lo que ocurre en otras zonas de la Península y similar a lo que pasa en otros yacimientos de su entorno geográfico más cercano (y en el centro y norte de Francia, no nos olvidemos), las armas, especialmente las lanzas y jabalinas y las hachas de combate; y algunos materiales que remiten a contextos ultrapirenaicos (guarniciones de cinturón, recipientes metálicos y de vidrio, etc.)
- que cuenta con dos zonas bien diferenciadas y, en general, con dos formas muy distintas de disponer las sepulturas: tumbas formando hileraspor una parte y sepulturas agrupadas en torno a determinados enterramientos "principales" por otra. Éstas podrían responder a una evolución cronológica en las costumbres funerarias (más antigua la primera y posterior la segunda).
- y que presenta un período de uso que podría situarse, a partir de argumentos cronotipológicos (por los objetos que acompañan a los muertos), entre mediados del siglo VI y la segunda mitad del VII
Plano de la necrópolis de Aldaieta. El círculo rojo señala las tumbas B3 y B4 mientras que el azul marca el Conjunto B49-43 (Alzualde et alii, 2007)
Entre los varios aspectos de este cementerio que se han estudiado posteriormente destaca por méritos propios el que tiene que ver con el ADN antiguo (ya enlacé algún artículo en otra ocasión, pero vuelvo a hacerlo ahora para que sea más fácil seguir el hilo de la entrada). Entre los resultados más interesantes de los análisis de ADN mitocondrial (mtDNA) realizados sobre una amplia muestra de restos humanos destaca, a mi entender, la presencia de marcadores genéticos de origen norteafricano en dos individuos. Concretamente, del haplotipo ht17, perteneciente al haplogrupo M1 o, más concretamente y dentro de este último, al grupo M1c, presente en poblaciones actuales de bereberes del noroeste de África (y en las islas Canarias, entre otros lugares). Este haplotipo fue detectado en los restos de los dos individuos encontrados en las sepulturas B3 y B4, un sujeto infantil y otro adulto, muy probablemente emparentados. Ambas tumbas se situaban, una junto a la otra y en paralelo, en el sector B de la necrópolis, cerca del conjunto B29-43 (este dato es importante, como veremos más tarde).
Hay que apuntar aquí que los análisis de ADN del cromosoma Y (el que, por razones obvias y al contrario de lo que ocurre con el mitocondrial que sólo es transmitido por vía materna, pasa únicamente de padres a hijos/as) realizados a numerosos individuos enterrados en la necrópolis han ofrecido resultados negativos en lo que a "genes bereberes" se refiere. Conviene recordarlo porque podría ser un detalle muy importante.
Tumbas B3 y B4 (Azkarate, 1999)
Volviendo al ADN mitocondrial, la presencia de esos marcadores genéticos de origen norteafricano en Aldaieta permitió a los investigadores sacar una importante conclusión: que la necrópolis no tenía nada que ver con la invasión del año 711, ya que la su "vida" terminaba unas décadas antes de esa fecha. Por tanto, ese linaje mitocondrial habría arribado a la Península en otro momento histórico anterior, convirtiéndose Aldaieta en el principal apoyo de quienes defienden una llegada de gentes desde el norte de África en la Prehistoria. Y así quedó el tema.
En el año 2010 asistí en Vitoria al Coloquio Internacional "Vasconia en la Alta Edad Media. 450-1000" y allí, en una de las conferencias (creo recordar que en la de J. J. Larrea) se hizo mención a un hallazgo en Aldaieta (mejor, a la reinterpretación de un objeto recuperado en la excavación) que podría suponer un cambio importante en la interpretación de la necrópolis, concretamente de su cronología; y más concretamente aún, del final de su uso como lugar de enterramiento. El conferenciante, al hablar de los anillos con inscripciones en caracteres cúficos y con leyendas islámicas recogidos en las necrópolis pamplonesas de Argaray (excavada hace un montón de años) y de la Casa del Condestable (objeto de una intervención entonces muy reciente), citó la existencia de algo similar en Aldaieta: un anillo con una inscripción de ese tipo o que imitaba las inscripciones de ese tipo. Y todo ello en el contexto de su explicación acerca del cambio en los "objetos de prestigio" que acompañaban a los miembros de las elites vasconas a la tumba en el siglo VIII, donde las armas o los materiales de procedencia norpirenaica habían dado paso a esos anillos que mostraban sus vínculos con el nuevo poder surgido en la Península tras la invasión de 711.
En cuanto tuve oportunidad (en uno de los turnos destinados a ello) le pregunté a A. Azkarate por el asunto del anillo, por cómo podía cambiar sustancialmente la cronología manejada para la necrópolis y por su posible relación, si es que la tenía, con los dos individuos con marcadores genéticos africanos. Lo que me contestó, de forma muy resumida, fue más o menos ésto: que el asunto estaba aún en estudio y no era seguro al cien por cien, que el anillo era muy parecido a uno recuperado en una de las tumbas de la Casa del Condestable, que en esa necrópolis pamplonesa había anillos con inscripciones cúficas y anillos con inscripciones que imitaban las cúficas y que la pieza de Aldaieta procedía del mismo sector que los muertos con ht17. Sabiendo esto, al volver a casa cogí la monografía y di rápidamente con él. Es éste:
Anillo con posible inscripción cúfica o pseudo-cúfica (Azkarate, 1999)
Se trata de un anillo de plata con una inscripción incisa que procede del conjunto de enterramientos B29-43, sin que, por las peculiaridades de este tipo de agrupaciones de muertos, pueda saberse a cuál de los 15 inhumados acompañaba (ése es el número de los que estaban revueltos y sin orden, mientras que el B43, que parece haber sido la "tumba fundacional", se localizó en conexión anatómica y pudo asignársele el ajuar funerario que le pertenecía). En su momento, la inscripción del chatón fue "leída" al revés de como aparece en la imagen e interpretada como la esquematización de un cuadrúpedo. Vista ahora "al derecho" lo cierto es que sí que se da cierto aire a algunas inscripciones árabes presentes en otros anillos.
Conjunto B29-43 (en enterramiento B43 falta en el plano, ya que fue dibujado y estudiado aparte en la monografía) (Azkarate, 1999)
Llegados a este punto y después de esta laaaarga introducción, toca especular. Sé que lo que voy a escribir a continuación se asienta sobre bases bastante endebles, pero creo que es interesante plantearlo. Vamos allá.
Si se confirma que el anillo porta, en efecto, una inscripción en caracteres cúficos (o que los imita) tendríamos que admitir que, con toda probabilidad, la última fase de uso de la necrópolis no termina en las últimas décadas del siglo VII sino que se adentraría en el VIII, más allá del año 711 (quizá bastante más allá...). Es muy difícil, por no decir imposible, que una pieza de ese tipo hubiese llegado a la Península antes que las tropas de Tarik y, además, contamos con el paralelo de los "anillos cúficos" navarros y de sus contextos de aparición: necrópolis cristianas del siglo VIII en territorio vascón.
En relación con ello podríamos encontrar una explicación medieval para las peculiaridades genéticas de los individuos B3 y B4. En un contexto del siglo VIII no sólo sus marcadores genéticos serían norteafricanos (que lo son), sino que al menos el mayor de los dos (B4) también lo sería (resulta tentador pensar que nos encontramos ante una madre y un hijo/a, como sugieren tanto la inmediatez de las tumbas como el hecho de que compartan un haplotipo que sólo se transmite por vía materna).
De dar por hecho ambos supuestos tendríamos que aceptar que ese cambio en la forma de representar el estatus mencionado por Larrea también se dio entre la población presente en Aldaieta (lo que tiene bastante lógica, más sabiendo cómo Álava se convierte durante el siglo VIII en un territorio de frontera entre Al-Andalus y el emergente Reino de Asturias). Y que esa población, además de recibir objetos "exóticos" como los anillos con leyendas cúficas (o sus imitaciones), acogió incluso a gentes venidas de más allá del Estrecho. Que ese aporte de población se limite a una sola persona (considerando que su posible hijo/a pudo nacer ya entre los Vascones) y probablemente mujer, podría estar indicando que se trató de un hecho puntual: una captura en una acción armada, un matrimonio para sellar una alianza, una entrega de rehenes para garantizar un tratado...
Y para terminar con la especulación, un último detalle: esa presunta "mujer norteafricana" no fue enterrada siguiendo los preceptos del Islam (en decúbito lateral derecho, mirando hacia La Meca y sin ningún objeto de ajuar). Ambos individuos (B3 y B4) fueron inhumados de una forma común entre los pobladores cristianos de la Hispania del siglo VIII y sin desentonar de otras muchas tumbas "aldaietenses". Se me ocurren dos posibles explicaciones para ello: o era una bereber no islamizada (cristiana o pagana) o su islamización era tan superficial que, al integrarse en su nueva comunidad, abandonó la fe musulmana y pasó a adoptar la de su grupo de acogida (cualquiera de los dos supuestos serviría como argumento para alguna de las discusiones que tuvieron lugar en los comentarios de "Una sangre no tan limpia (2)").
En cualquier caso, lo dicho en estos últimos párrafos no pasa de ser, una vez más y como no me he cansado de repetir, una mera especulación. Una especulación sugerente, sí, pero montada sobre dos "y si" que distan bastante de haber sido confirmados. Para salir definitivamente de dudas sobre este curioso asunto sería necesario, al menos, hacer un estudio del anillo y de su inscripción que estableciese de forma definitiva (si es que es posible hacerlo) si es o no es lo que parece; y obtener dataciones absolutas mediante C14 de los individuos B3 y B4 (especialmente de este último) y/o realizar análisis sobre su dentición (de los isótopos del Estroncio, por ejemplo) que permitiesen conocer dónde vivieron ambos. Respecto a lo primero, no tengo ni idea de si ese estudio se ha hecho o no, pero que haya transcurrido tanto tiempo desde que "se levantó la liebre" y no hayamos tenido noticias al respecto da que pensar (da que pensar que a lo peor el anillo no porta una inscripción arábiga o pseudo-arábiga y se trata sólo de un motivo decorativo sin más). Y en cuanto a lo segundo, tampoco me consta que esté en marcha, aunque sí que ha habido algún movimiento al respecto. Espero que una Tesis Doctoral que está ahora mismo en redacción (y hasta aquí puedo leer) arroje algo de luz sobre este asunto y termine, para bien o para mal, con estas especulaciones.