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La "estela" del dintel de la ermita de Santimamiñe (1): la "conexióncántabra"

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Muy cerca de la mundialmente famosa cueva de Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia) se levanta una pequeña ermita con advocación a San Mamés. El templo, que es el que ha dado el nombre a la cueva (ya que "Santimamiñe" es como le llaman los paisanos, euscaldunes) es un edificio levantado en los siglos XV-XVI sin demasiado interés artístico o arquitectónico, más allá de algunos restos que conserva embutidos en el dintel de entrada y justo debajo de éste, en el suelo, y sobre los que volveré enseguida.

Imagen de la ermita de San Mamés, "Santimamiñe", en Kortezubi (tomada de aquí)

En el año 2007 comenzó una intervención arqueológica en la ermita y su entorno inmediato (Sánchez Rincón et alii, 2008) destinada a conocer tanto la evolución de la iglesia a lo largo del tiempo como a confirmar algunas referencias antiguas sobre la presencia de tumbas. Los resultados se cumplieron con creces, ya que se documentó la planta original de la iglesia (unos cuantos siglos anterior a la reforma de la Edad Moderna) y se comprobó la existencia de la necrópolis. Además, hubo sorpresa en forma de materiales tardoantiguos que confirmaban que aquélla tuvo una fase de época visigoda (siglo VI), concretamente un hacha de combate de hierro y un cuenco de bronce (ambos con buenos paralelos en Aldaieta, que es el referente obligado para este tipo de yacimientos).

Y aquí lo dejo, de momento.

Planta de la iglesia primitiva en un plano de la excavación del año 2007 (Sánchez Rincón et alii, 2008). Hacha de combate (sacada de aquí) y cuenco de bronce (tomado de acá)

Como avanzaba más arriba, en la fábrica actual de la ermita se localizan (ambos en el vano de acceso) dos fragmentos de piedra  con decoración que han sido interpretados, de forma mayoritaria, como restos de estelas funerarias (vidArregi, G, 1994, por ejemplo). El situado en el suelo y que hace las veces de peldaño de acceso al interior, está decorado a base de segmentos de círculos que se entrecruzan y una cenefa de "dientes de lobo" tallados.

Fragmento de "estela" haciendo de peldaño en la entrada a la ermita (Foto sacada de aquí)

Mientras que el del dintel presenta una decoración más compleja, también con una orla perimetral a base de "dientes de lobo" y tres motivos circulares, todo ello tallado. El motivo central, de mayor tamaño y del que se conservan unos dos tercios, es un disco radiado con botón central y múltiples radios curvos dextrogiros. El de arriba a la derecha muestra un motivo similar, aunque más simple: un hexásquel también dextrogiro. Y, finalmente, en el tercero, muy incompleto, se aprecia la presencia de una gran cruz patada.

Fragmento de "estela" haciendo las veces de dintel en la puerta de acceso a la ermita (Foto sacada de aquí)

En su trabajo de 2002 sobre la configuración de la sociedad feudal en Vizcaya, I. García Camino menciona la existencia de lo que denomina "estelas funerarias" o "lápidas" en la ermita de Santimamiñe y expone los problemas de datación que presentan, debido a lo que considera variopintos orígenes de sus motivos decorativos (discos de radios curvos y dientes de lobo en estelas del siglo I, rosáceas en epígrafes de época romana y "semicírculos concéntricos" presentes en la iconografía franca de los siglos VI y VII) y a su posible larga perduración.

Volvamos en este punto a la necrópolis. 

El hallazgo del hacha y el cuenco, materiales fácilmente relacionables con la "facies Aldaieta" y el consiguiente influjo norpirenaico, no sólo confirmó la existencia de una fase tardoantigua de la necrópolis con las mismas características que otras de su entorno más o menos cercano (Finaga en la misma provincia, la propia Aldaieta, San Pelayo o San Martín de Dulantzi en Álava, entre otras), sino que también sirvió para volver a poner el foco sobre los fragmentos de "estelas". Siguiendo el camino marcado en Finaga/Arrigorriga (donde se relacionó la presencia de grandes estelas tabulares reutilizadas en los muros de las ermitas con los enterramientos con armas y objetos de influencia o procedencia franco-aquitana de la necrópolis), éstos fueron confirmados precisamente como eso, como fragmentos de estelas y, yendo un paso más allá, se les atribuyó una filiación norpirenaica. Como ejemplo más reciente, en el catálogo de la exposición "Vasconia, tierra intermedia" (Azkarate y García Camino, 2013) se puede leer lo siguiente acerca de este conjunto de estelas:

"Asociadas a algunas necrópolis vizcaínas (Finaga, Santimamiñe o Argiñeta) se conocen algunas estelas funerarias que ya fueron estudiadas por nosotros (Azkarate, García Camino, 1996). Se
caracterizan, en general, por ser bloques de morfología prismática o discoidal, de proporciones esbeltas y ejecución esmerada. Están decoradas con motivos, como dientes de sierra o espigas,
frecuentísimos y conocidos desde antiguo, junto a otros, como la cruz procesional, propios del repertorio iconográfico altomedieval. Pero el conjunto de los temas y, sobre todo, su articulación los aproxima más al contexto continental que al peninsular. En este sentido una de las semejanzas más significativas con los modelos norpirenaicos lo  constituyen los segmentos de círculo adosados a los rebordes incisos de las estelas, que tienen paralelos en varias cubiertas de sarcófago procedentes de las necrópolis tardoantiguas de Villers-Agron-Aiguisy (Aisne) o Chellers (Oise) o en los broches de cinturón aquitano del siglo VII que antes hemos visto. Pero tampoco podemos obviar la semejanza entre las peanas triangulares, las cadenas de ángulos o las orlas dentadas de las estelas vizcaínas con las de otras necrópolis continentales. No hay nada similar —ni de lejos— en el norte peninsular para estos siglos."

Por tanto, ya no parecía haber dudas al respecto: eran estelas, de tradición o influencia norpirenaica y, por tanto, relacionadas con los enterramientos del siglo VI que presentan ese mismo influjo cultural. Tengo que reconocer que todo parecía encajar a la perfección (iglesia y necrópolis, estelas y tumbas con ajuares) pero un hecho fortuito (protagonizado por la otra mitad del blog y que él contará aquí algún día si le apetece) hizo que volviese a mirar las imágenes  publicadas de Santimamiñe y todo empezó a chirriar. Primero, porque como se aprecia en la siguiente foto, el parecido con las demás estelas del grupo en el que se las ha incluido es nulo (puede consultarse un exhaustivo estudio sobre las estelas funerarias altomedievales del País Vasco, escrito por esos dos mismo autores, aquí).

Ejemplos de estelas consideradas como de tradición norpirenaica (imágenes tomadas de aquí)

Y segundo, porque al ver de nuevo la imagen del fragmento del dintel volví a tener esa (ya familiar) sensación de "esto yo ya lo he visto antes en otra parte". ¿En dónde? Pues en la iglesia de Santa María de Lebeña, en la comarca de Liébana, Cantabria.

Mapa con la localización de Santimamiñe y Lebeña

Esa iglesia, que es una auténtica joya del arte prerrománico (en su versión hasta hace poco calificada como "mozárabe", término que lleva ya varios años en discusión y que a mí no me gusta nada), parece que fue levantada en las primeras décadas del siglo X, según cuenta una tradición que tiene su origen en la propia Edad Media y se encuentra recogida en documentos del siglo XIII. La fecha de la décima centuria, aunque no es ni mucho menos segura, se corresponde bien con sus características arquitectónicas y con los elementos decorativos presentes en ella (modillones, capiteles, etc.), por lo que suele aceptarse sin más y no seré yo quien la ponga en duda hoy aquí.

Iglesia de Santa María de Lebeña

En su interior, bajo el retablo y formando parte de su base, se conserva una curiosa placa de piedra decorada. Es una pieza muy conocida en Cantabria, donde, a nivel popular, también ha sido (y es) considerada como una estela; e incluso se la ha relacionado con los ejemplares discoideos gigantes de los valles del Pas y del Besaya, cuando resulta evidente que no tiene nada que ver con ellos. Y es precisamente esta placa la que me dio el pie (y, si mi interpretación es correcta, también la clave) para esta historia. Para juzgar acerca de su parecido con el fragmento de presunta estela del dintel de la ermita de Santimamiñe, nada mejor que verla:

Placa decorada de la iglesia de Santa María de Lebeña (Foto cogida de aquí)

Existe un trabajo monográfico sobre esta pieza en el nº 1 de la revista Clavis, firmado por E. Campuzano (1996), del que tomo prestadas ahora algunas partes de su descripción (y que volveré a utilizar en la próxima entrada):

"Adosado al basamento de piedra del retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María de Lebeña (Liébana, Cantabria) hallamos un gran bloque de piedra arenisca, de forma prismática, de 173 cms. de largo en la parte superior, 162,5 de largo en la parte inferior y 103 cms. de altura, con un fondo de 20 cms.

Su parte frontal es contorneada por un listel o moldura plana de 2 cms. de resalte (salvo en la parte superior que ha sido eliminada) con respecto al campo, en el que se encuentran grabados y pintados algunos motivos decorativos de tipo geométrico que han dado ocasión a diversas interpretaciones sobre el significado y función de esta pieza.

(...)

El frontal alberga siete círculos grabados, rehundidos o pintados en la piedra (cuatro mayores en los ángulos, de 30 cms. de diámetro y dos menores, intermedios, de unos 19 cms. de diámetro) que se distribuyen simétricamente en toda la superficie a partir de un gran motivo central"

Dejaré la descripción (e interpretación) de cada círculo (y de la composición general) de la placa de Lebeña para la segunda parte de la serie y me centraré ahora únicamente en el parecido con el fragmento del dintel de Santimamiñe. Es cierto que, aunque el motivo central es idéntico, el ejemplar de Lebeña es más elaborado y cuenta con tres círculos más pequeños a cada lado en lugar de dos; y decorados de forma distinta a los de Santimamiñe. Pero también lo es que ambos se parecen demasiado como para no tener algún tipo de relación: un gran círculo radiado central y varios círculos menores a los lados, decorados con diversos motivos geométricos y/o de significado cristiano. Incluso una de las diferencias más marcadas, la aparente ausencia de los "dientes de lobo" en el ejemplar lebaniego, no es tal, gracias a la orla pintada conservada en su parte inferior (hay que fijarse, pero los "dientes de lobo" están). A partir de estas similitudes podemos proponer una reconstrucción de la placa (la llamaremos "placa" a partir de ahora) de Santimamiñe. Y esa reconstrucción, salida de las manos de E. Gutiérrez Cuenca ("Maur" o "Anus", como prefiera. Mmm, no sé por qué me temo que va a preferir ser el primero...) es ésta:


Sobre el carácter, la función, el contexto y la cronología de las placas de Lebeña y Santimamiñe trataré en la segunda y última entrada de esta serie. Creo haber podido demostrar (o, al menos, proponer de forma fundamentada) en ésta que ambas son la misma cosa. ¿Qué cosa? Si no queréis seguir el rastro de miguitas de pan que he ido dejando por el texto e investigarlo por vuestra cuenta, tendréis que esperar unos días. Ahora sólo avanzaré lo que creo que no son: estelas. Ni de filiación norpirenaica ni de ninguna otra. Y, en el caso vizcaíno, sin relación directa con los enterramientos "aldaietenses" de la necrópolis.

Para terminar, por ahora, volvamos a Vizcaya, aunque no a Kortezubi, sino a Iurrieta. Allí, en la iglesia de San Miguel se conserva lo que I. García Camino (2002) considera una estela tabular reutilizada y que presenta una decoración a base de motivos que, siempre según este autor, "pueden rastrearse sin dificultad en contextos norpirenaicos" (pese a lo cual, lo cierto es que se muestra más que prudente a la hora de fechar e interpretar la pieza y opta por no mojarse). Esa decoración tiene algunas cosas en común con la placa de Santimamiñe, como puede observarse en la fotografía:

Imagen de la "estela" de Iurreta (Fuente, García Camino, 2002)

Hay una orla dentada y dos grandes círculos, uno con una gran cruz patada y otro con múltiples radios curvos dextrogiros (más otro motivo cuadrangular). Pero su disposición es diferente (aquí los motivos parecen estar alineados) y también lo es el soporte, mucho más grueso y que se interpreta como una estela pero que bien podría ser un sillar. En cualquier caso, se trata de una pieza que habrá que tener en cuenta y que bien merecería un estudio más detallado.

Y aquí lo dejo. En breve, más.

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