El impresionante yacimiento arqueológico de Cruña (Aguilar del río Alhama), identificado con la antigua ciudad celtibérico-romana de Contrebia Leucade, guarda, en sus niveles más recientes, restos de una importante fase de ocupación altomedieval que llega hasta el siglo IX d. de C. Esos restos consisten, sobre todo, en numerosas estructuras de habitación que reaprovechan (y reforman parcialmente) las casas de época antigua, caracterizadas por tener una parte excavada en la roca; y se localizan, sobre todo, en la zona de la muralla situada al sur. En su interior se han recuperado abundantes materiales de época visigoda e islámica temprana, entre los que destacan las cerámicas, los útiles y herramientas y algunos elementos relacionados con la indumentaria, como un importante conjunto de broches de cinturón (algunos de ellos en proceso de amortización como fuente para la obtención de bronce).
En esta entrada me voy a centrar, brevemente, en un aspecto muy concreto del yacimiento (cuya visita recomiendo encarecidamente a quien se pase por esa zona de La Rioja: Amaya y yo estuvimos en la primavera de 2011 y tuvimos la enorme suerte de que fuese el propio director de la intervención arqueológica en el yacimiento, José Antonio Hernández Vera, quien nos lo enseñase) y de esos niveles tardíos: una más que curiosa "cámara sepulcral" localizada extramuros aunque casi inmediata a la muralla y, por tanto, muy cerca de las viviendas de época visigoda.
Se trata, en realidad, de la parte hipogea de una casa de la Edad del Hierro (o lo que es lo mismo, de una pequeña cueva artificial de las muchas que salpican el yacimiento) que fue reutilizada como lugar de enterramiento a inicios de la Edad Media. Reutilizada y, en un momento que no parece muy lejano en el tiempo al del inicio de ese uso sepulcral, completamente sellada con un muro de piedra en seco.
En el momento de su descubrimiento el suelo de esta pequeña cueva artificial estaba, literalmente, cubierto de restos humanos; en conexión anatómica los de los extremos (la zona de la entrada y la esquina opuesta) y desarticulados en varios grados la mayor parte, debido a los siempre simpáticos procesos postdeposicionales. En cualquier caso y para tratarse de un enterramiento múltiple de esta época y este tipo (en cueva, artificial, pero cueva), se trata de uno de los pocos casos en los que es posible hacerse una idea general de cómo fueron depositados los cadáveres. La cronología del conjunto ha sido establecida a partir de dos elementos: un broche de cinturón de placa rígida y una moneda de Witiza. El primero nos llevaría, a priori, a la primera mitad del siglo VII, aunque tengo más que serias dudas acerca de su posible perduración en el tiempo y su convivencia con los liriformes (hay una manera rápida y no demasiado científica de saberlo: si tiene hebijón de base escutiforme, suele ser antiguo; si lo tiene de base recta, puede llegar incluso a comienzos del siglo VIII). La segunda es, inequívocamente, de inicios del siglo VIII.
Sus descubridores han hecho una primera interpretación del yacimiento como un "panteón familiar" cuya secuencia de utilización vendría a ser la siguiente: en un primer lugar se realizarían algunos enterramientos más o menos al uso (los dos de la esquina contraria a la entrada y que pueden verse en la siguiente fotografía), en espacios delimitados por piedras (que a mí me recuerdan a las fosas con murete de los cementerios coetáneos); mientras que, después, los cadáveres irían siendo depositados de forma más desordenada. Estando de acuerdo completamente con esa reconstrucción de los hechos, no lo estoy con la interpretación, ya que lo que cuentan y, sobre todo, lo que se ve en las fotos se aleja mucho de lo que sería esperable en un panteón. A mí me recuerda, también mucho, a una sepultura de catástrofe, con muertos arrojados de cualquier manera al interior de la "cámara" (véase, por ejemplo, el fiambre de arriba a la izquierda en la última foto, con el brazo en la típica postura del que ha sido cogido por los sobacos para transportarlo), que funcionaría como una suerte de "fosa común", y que se amontonan en la zona más próxima a la entrada. Es cierto que los dos del fondo (los de la foto de abajo, que tienen toda la pinta de haber sido los primeros en ser depositados) sí que parecen haber sido colocados con cierto cuidado, así que habría que tratar de explicar esa curiosa evolución en la "vida" de este no menos curioso sepulcro.
Vista de la zona de la muralla sur, en la que se localizan los principales restos de época visigoda
En esta entrada me voy a centrar, brevemente, en un aspecto muy concreto del yacimiento (cuya visita recomiendo encarecidamente a quien se pase por esa zona de La Rioja: Amaya y yo estuvimos en la primavera de 2011 y tuvimos la enorme suerte de que fuese el propio director de la intervención arqueológica en el yacimiento, José Antonio Hernández Vera, quien nos lo enseñase) y de esos niveles tardíos: una más que curiosa "cámara sepulcral" localizada extramuros aunque casi inmediata a la muralla y, por tanto, muy cerca de las viviendas de época visigoda.
Amaya pasando junto a uno de los bastiones de la muralla, haciendo de escala y dirigiéndose hacia la "cámara sepulcral"
Se trata, en realidad, de la parte hipogea de una casa de la Edad del Hierro (o lo que es lo mismo, de una pequeña cueva artificial de las muchas que salpican el yacimiento) que fue reutilizada como lugar de enterramiento a inicios de la Edad Media. Reutilizada y, en un momento que no parece muy lejano en el tiempo al del inicio de ese uso sepulcral, completamente sellada con un muro de piedra en seco.
Aspecto actual del exterior de la "cámara sepulcral"
Y aquí, por dentro (la imagen es engañosa, porque parece mucho mayor de lo que es en realidad)
Aspecto que tenía el exterior de la cámara en el momento de su descubrimiento y excavación (obsérvense las medidas, gracias a los jalones que sirven de escala). La fotografía está sacada de Hernández Vera et alii, 2007
En el momento de su descubrimiento el suelo de esta pequeña cueva artificial estaba, literalmente, cubierto de restos humanos; en conexión anatómica los de los extremos (la zona de la entrada y la esquina opuesta) y desarticulados en varios grados la mayor parte, debido a los siempre simpáticos procesos postdeposicionales. En cualquier caso y para tratarse de un enterramiento múltiple de esta época y este tipo (en cueva, artificial, pero cueva), se trata de uno de los pocos casos en los que es posible hacerse una idea general de cómo fueron depositados los cadáveres. La cronología del conjunto ha sido establecida a partir de dos elementos: un broche de cinturón de placa rígida y una moneda de Witiza. El primero nos llevaría, a priori, a la primera mitad del siglo VII, aunque tengo más que serias dudas acerca de su posible perduración en el tiempo y su convivencia con los liriformes (hay una manera rápida y no demasiado científica de saberlo: si tiene hebijón de base escutiforme, suele ser antiguo; si lo tiene de base recta, puede llegar incluso a comienzos del siglo VIII). La segunda es, inequívocamente, de inicios del siglo VIII.
Restos humanos en el interior de la cámara (Fotografía: Hernández Vera et alii, 2007)
Más restos humanos, estos en la rampa de acceso al interior de la cueva. Llama la atención la postura del situado más cerca de la "entrada", con todo el aspecto de haber sido arrojado al interior sin demasiados miramientos (Fotografía: Hernández Vera et alii, 2007)
Sus descubridores han hecho una primera interpretación del yacimiento como un "panteón familiar" cuya secuencia de utilización vendría a ser la siguiente: en un primer lugar se realizarían algunos enterramientos más o menos al uso (los dos de la esquina contraria a la entrada y que pueden verse en la siguiente fotografía), en espacios delimitados por piedras (que a mí me recuerdan a las fosas con murete de los cementerios coetáneos); mientras que, después, los cadáveres irían siendo depositados de forma más desordenada. Estando de acuerdo completamente con esa reconstrucción de los hechos, no lo estoy con la interpretación, ya que lo que cuentan y, sobre todo, lo que se ve en las fotos se aleja mucho de lo que sería esperable en un panteón. A mí me recuerda, también mucho, a una sepultura de catástrofe, con muertos arrojados de cualquier manera al interior de la "cámara" (véase, por ejemplo, el fiambre de arriba a la izquierda en la última foto, con el brazo en la típica postura del que ha sido cogido por los sobacos para transportarlo), que funcionaría como una suerte de "fosa común", y que se amontonan en la zona más próxima a la entrada. Es cierto que los dos del fondo (los de la foto de abajo, que tienen toda la pinta de haber sido los primeros en ser depositados) sí que parecen haber sido colocados con cierto cuidado, así que habría que tratar de explicar esa curiosa evolución en la "vida" de este no menos curioso sepulcro.
Enterramientos "fundacionales" (Fotografía: Hernández Vera et alii, 2007)
Tirando de imaginación pero tratando de ser fiel a lo que hemos visto y contado más arriba, aquí va una propuesta de reconstrucción: alguien muere (de forma más o menos rara y repentina) y se decide enterrarle en una de las muchas cuevas artificiales que hay en el lugar. Se le mete dentro, se le "acomoda" a la manera habitual en caso de fallecimiento (decúbito supino, en un espacio delimitado por piedras) y se tapia la entrada, dejando un medio de acceso por si fuera necesario volver. Al poco tiempo otra persona (quizá emparentada, por qué no) muere de lo mismo y se repite la operación, depositando su cuerpo junto al primero, de forma también más o menos ordenada. Sin embargo, de repente, la mortalidad se dispara en la comunidad y empieza a morir mucha gente en poco tiempo, lo que obliga a los vivos a tomar medidas drásticas: ya no se mete a los muertos en la cueva y se les deposita de forma ordenada, sino que se les tira de cualquier manera y se sella definitivamente la entrada. Y en algún momento de ese proceso, alguno de los enterradores considera que lo que está ocurriendo tiene un culpable y decide acabar con él de una vez por todas....
No. No se me ha ido la pinza. Si es que no habéis reparado en ello, volved a la última foto de la entrada y buscad el cráneo del muerto más antiguo (el de la izquierda). ¿Lo veis? Yo tampoco. En su lugar veo una enorme piedra que no ha podido caer desde ningún sitio y que a mí me parece que ha sido puesta allí de forma bastante enérgica. Sé que es bastante arriesgado decir esto sin haber aún una publicación en detalle del yacimiento, pero no se me ocurre otra explicación mejor (la piedra sigue allí, como también puede verse en otra foto un poco más arriba, por lo que sería sencillo comprobar si debajo hay un cráneo hecho trizas). Aplastar las cabezas de los enterrados en este tipo de yacimientos (cuevas sepulcrales con enterramientos múltiples) y en esta época (siglos VII-VIII) cuenta con muy buenos paralelos que veremos con detalle en una próxima entrada.Y, además, es una de las formas clásicas de acabar con un revenant y con sus andanzas, que en ocasiones tenían forma de pestilencia que iba diezmando a los vivos.
Por todo lo visto hasta aquí creo que la "cámara sepulcral" de Contrebia Leucade puede ser considerada, con todos los peros que se quiera, como un enterramiento múltiple de época visigoda en cueva. Y que ese enterramiento múltiple puede ser explicado como la consecuencia de una muerte catastrófica que afectó a los habitantes del lugar en uno o varios momentos hacia finales del siglo VII e inicios del VIII. Las imágenes publicadas recuerdan mucho más a una fosa común que a un panteón y creo que pueden servir perfectamente para hacernos una idea del aspecto que debieron tener algunas de las cuevas cántabras que estamos estudiando (Las Penas, Riocueva, etc.) antes que que el agua y las alimañas le dieran la vuelta a todo. En cualquier caso, habrá que esperar a la publicación en detalle de la cueva y sus muertos para saber si lo escrito aquí cuenta con bases firmes o no pasa de ser una mera (pero vistosa) elucubración.