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Pisando fuerte

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Uno de los hallazgos que más nos llamó la atención durante la campaña de 2011 en Riocueva fueron un par de tachuelas de calzado que formarían parte de la suela claveteada de algún tipo de bota o sandalia. Son clavos de tamaño pequeño, con la cabeza cónica y el vástago corto, doblado para fijarlo a una suela de cuero gruesa. Aparecieron durante las labores de prospección en dos puntos diferentes y distantes: una en el tramo central de la galería, muy cerca de donde apareció el anillo de oro, y la otra próxima a la zona más profunda del conjunto funerario.

Tachuelas de calzado de Riocueva (campaña de 2011)
Localización del lugar del hallazgo de las tachuelas 
Su tamaño y forma enseguida nos recordó la de las tachuelas de calzado de la necrópolis bajoimperial de La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia), un ejemplo clásico para este tipo de objetos. Este tipo de suelas claveteadas, derivadas de las empleadas en las sandalias militares (caligae), aparecen con frecuencia en tumbas de época tardorromana, pero son raras a partir del siglo VI. Las dos diferencias básicas entre las suelas claveteadas altoimperiales y las bajoimperiales son el tamaño de las tachuelas, menor en el Bajo Imperio, y el número de tachuelas, mayor en el Bajo Imperio. Aunque es probable que el calzado con clavos tuviese un origen militar, se incorpora pronto al vestuario civil y no parece que su uso convierta en soldado automáticamente a quien lo lleva, como se ha supuesto en algún caso reciente.

Suelas claveteadas de la necrópolis norte de La Olmeda (Abásolo et al., 1997
Es durante los siglos III-V cuando estas suelas claveteadas son más frecuentes en los contextos funerarios, tanto en la península Ibérica como en Francia o en Gran Bretaña. En las Islas Británicas se considera la aparición de clavos de calzado en las tumbas como algo típicamente romano, hasta el punto de que algunos investigadores consideran la presencia de hobnailed footwear en las tumbas como un elemento discriminante para la identificación de poblaciones locales o foráneas en época tardoantigua (vid.Evans et al., 2006).
 
Un ejemplo arqueológico británico de suelas claveteadas (Canterbury Archaeological Trust
Sin embargo, las tachuelas de Riocueva corresponden a algún momento entre mediados del siglo VII y mediados del siglo VIII, un periodo en el que las suelas claveteadas son bastante más raras en el registro arqueológico. En Francia, por ejemplo, no hay constancia de ningún caso posterior al siglo V. En necrópolis con periodos de uso prolongados como la de Monnet-la-Ville las tachuelas están presentes en las tumbas de la fase bajoimperial, pero ausentes en la fase burgundia que se prolonga desde el siglo V al siglo VIII. Para la Península Ibérica sí contamos con hallazgos posteriores al siglo V que permiten contextualizar las tachuelas de Riocueva. El más próximo lo encontramos sin salir de Cantabria, en la fase de época visigoda de la necrópolis de Santa María de Hito (Valderredible). Una de las tumbas proporcionó 40 tachuelas de calzado fijadas a sendas suelas de las botas calzadas por un individuo enterrado en una fosa simple en torno al siglo VII. Mejor datado aún está otro hallazgo muy parecido en la necrópolis de Lastras de San José (Albalate del Arzobito, Teruel), también 40 tachuelas de calzado a los pies de una tumba excavada en la roca cuyos restos han sido datados por radiocarbono a mediados del siglo VII. También en la necrópolis de Aldaieta (Nanclares de Gamboa, Álava) aparecen tachuelas de calzado en varios enterramientos datados entre los siglos VI yVII. Por lo tanto, las tachuelas de Riocueva no son una excepción y, aunque no son muy numerosos los ejemplos, parece que en algunas zonas seguían utilizándose este tipo de botas con suela claveteada en época visigoda. Con los escasos datos disponibles es difícil saber si este modelo de calzado sigue vigente desde época romana o vuelve a incorporarse al vestuario en los siglos VI-VII, tras caer en desuso durante más de una centuria.

Tachuelas de calzado de Santa María de Hito (excavaciones R. Gimeno)
Una última cuestión, no menos importante, es ¿cómo llegaron hasta la cueva? En un principio, consideramos que pertenecían al calzado de los individuos enterrados y supusimos que los hallazgos realizados durante la prospección eran una muestra aleatoria, y que la excavación nos reportaría más tachuelas. Cada suela suele tener decenas de clavos y, si la hipótesis era acertada, tendrían que aparecer. Sin embargo, durante la campaña de 2011 no apareció ninguna más y en 2013 tampoco... Esto nos hace suponer que las suelas claveteadas no pertenecían al calzado de ninguno de los individuos enterrados en la cueva, sino a los enterradores. Posiblemente se desprendieron de la suela de alguno de los temerosos visitantes ocasionales que introdujeron los cadáveres en Riocueva o volvieron a la cueva para quemar los cráneos de los muertos algún tiempo después.




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