Una de las (tantas) tareas que me quedaban pendientes en el desarrollo de mi proyecto de tesis doctoral Génesis y evolución del cementerio medieval en Cantabria era echar un vistazo al panorama de la arqueología funeraria del periodo inmediatamente anterior, la época romana. Así, en sentido amplio, desde el siglo I hasta el siglo V, y para el territorio de la actual comunidad autónoma de Cantabria. Cualquiera que no conozca el registro arqueológico de la región puede pensar que ese podría ser un tema de para una tesis completa... pero nada más lejos de la realidad. Revisar todas las evidencias disponibles me llevó, literalmente, dos tardes. Son tan escasas que nos empujan a preguntarnos, con cierta perplejidad ¿dónde están los romanos muertos?
Hasta hace unas décadas quizá la pregunta hubiese tenido fácil respuesta ¡no hubo romanos! No hubo visigodos, no hubo neolíticos... ¡lástima de región en la que nunca no hubo nada! Bueno, sí, "cuatro gatos" en Iuliobriga (Retortillo) y Flaviobriga (Castro Urdiales). ¿Y ni siquiera aquí quedaron rastros de sus muertos? Vale que fueran pocos, pero qué pasa ¿que cuando moría alguien, lo metían en un tonel y lo mandaban para Italia?¡Quién no ha escuchado esa leyenda urbana sobre los chinos actualmente establecidos en España! Sí, la del abuelo en la maleta..., no la del abuelo en el menú, ¡un poco de seriedad!
Precisamente es en esos dos núcleos donde contamos con los dos únicos testimonios más o menos firmes de que las gentes que vivían en época romana en Cantabria enterraban o depositaban los restos incinerados de sus difuntos a las afueras de los lugares en los que habitaban, como sucede en cualquier parte del imperio, incluso en las menos romanizadas... Hasta Vizcaya, Guipúzcoa y Asturias, lugares tan poco romanizados (teóricamente) como Cantabria, tienen buenos ejemplos de necrópolis romanas. Y en algunos casos, incluso en los mismos lugares donde posteriormente se instalarán cementerios cristianos.
El testimonio mejor documentado es el de la necrópolis de la Carretera de la Playa, en Castro Urdiales. En 1957, al excavar para sacar arena de un huerto cerca de la playa de Brazomar, aparecieron dos sepulturas en fosa simple con ajuares que fueron estudiados por J. M. Solana. Una de las sepulturas estaba acompañada por un plato de cerámica TSH tardía decorado de la forma Hispánica 49, una moneda de bronce, un cuenco de vidrio semiesférico y un hacha de hierro. La otra tenía como ajuar un plato de cerámica TSH tardía decorado de la forma Hispánica 6, una jarra cerámica común fina blanca, cuatro pulseras de aleación de cobre decoradas y un anillo de plata con una figura de una cabra en el chatón. Ambos conjuntos de objetos ofrecen una cronología en torno a los siglos IV-V. |
Platos de cerámica de la Carretera de la Playa (Solana, 1976) |
Del otro caso, la (posible)
necrópolis de Bolmir, junto a
Retortillo, únicamente contamos con indicios. Tal y como propone
C. Fernández Ibañez, tanto el puñal conocido como "de
Iuliobriga" (un
pugio de legionario, en realidad), como otros objetos descritos en algunos documentos de comienzos del siglo XX, podrían proceder de una necrópolis romana situada en el llano de Bolmir. Podría ser, incluso, el primer testimonio de una necrópolis de incineración de esta época en Cantabria que podría remontarse a los siglos I-II Pero, de momento, es
sólo una hipótesis.
El otro elemento que nos podría permitir localizar necrópolis de época romana, aunque sea de forma indirecta, es la
epigrafía funeraria (estelas, inscripciones, epitafios...). Y digo de forma indirecta porque todas las que se conocen en la región han aparecido o se han conservado
fuera de contexto, vamos, que ninguna se ha encontrado junto a la sepultura que señalizaba. La cosa no da mucho de sí. Se conocen
nueve inscripciones, cinco en la comarca de Liébana, una en Retortillo-
Iuliobriga, una cerca de Castro Urdiales-
Flaviobriga, una en La Herrán (Santillana del Mar) y la última, de la que sólo hay testimonio a través de un
documento del siglo XVIII, en Lamasón. La mayoría procede de
iglesias o de su entorno inmediato, en muchos casos
reutilizadas como material de construcción. Y la de Retortillo apareció en el
fondo de un pozo.
En resumen, que conocemos algunas inscripciones, pero no se pueden relacionar con las necrópolis en las que seguramente estuvieron colocadas. Sobre su
cronología, hay tres epígrafes datados por la
era hispánica en 320, 351 y 354 respectivamente, lo que nos sitúa en el siglo IV, en un momento bastante tardío ya. En el resto el margen de atribución es tan grande que abarca casi todo el periodo romano. En cuanto a su distribución, quizá lo más llamativo es la
abundancia de epígrafes en Liébana, una zona en la que se conocen muy
pocos indicios de otro tipo en época romana. Si localizásemos las necrópolis de las que proceden las inscripciones, se abriría un nuevo interrogante... ¿donde vivían esos muertos?
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Ubicación de necrópolis e inscripciones funerarias de época romana, así como de los principales asentamientos |
En resumen, un
escaso bagaje que no aporta demasiada información para entender el periodo anterior a la Edad Media. Las necrópolis posteriores al siglo V no tienen ninguna relación directa con las de época romana. Quizá sea este el dato relevante... el cambio. En
Retortillo-Iuliobriga, si la necrópolis de Bolmir era el espacio ocupado por los muertos en las afueras de esta población en época romana, a partir del siglo VI los muertos se instalaran en el interior del núcleo, en el espacio que hoy ocupa la iglesia de Santa María. En
Castro Urdiales-Flaviobriga no tenemos testimonios tan tempranos, pero sabemos que en la Edad Media será la zona de la iglesia de Santa María de la Asunción la que haga las funciones de cementerio, mientras que la necrópolis bajoimperial de la Carretera de la Playa se situaba fuera del núcleo de población, siguiendo aún el patrón de ubicación propiamente romano.
Para el resto de la geografía regional,
dos apuntes rápidos: salvo las dos excepciones mostradas, no hay una correlación entre los principales núcleos de poblamiento romano y los testimonios funerarios; y tampoco hay una correlación entre los testimonios funerarios de época romana y los inmediatamente posteriores, sean
necrópolis o cuevas de época visigoda. No digo ya para la Alta Edad Media... En cualquier caso, lo más probable es que el
mapa esté
incompleto por falta de datos, porque, salvo la epigrafía y los indicios de Castro Urdiales y Bolmir, no tenemos testimonios firmes sobre la ubicación de las necrópolis romanas. ¡Y así no hay forma de comparar nada ni de sacar ninguna conclusión!
A mí esta vez sólo me tocaba hacer un poco de síntesis y no está en mi agenda profundizar más, pero me queda la impresión de que (como en tantas otras cosas)
queda mucho por hacer. Y si hasta ahora las necrópolis romanas de Cantabria no han salido a nuestro encuentro, debemos ser los arqueólogos los que
salgamos a buscarlas. Suerte para el que lo intente, mi más sincera enhorabuena para el que lo consiga...