Vuelvo con este tema, después de muchos meses, para retomarlo exactamente donde lo dejé. Desde hace tiempo la hipótesis que planteo en esta serie de entradas no acaba de convencerme del todo (aunque tampoco he llegado al punto de descartarla, ojo), pero ya que empecé...
Terminaba la entrada anterior planteando mis dudas acerca de que la pizarra representase a una mujer, concretamente a la mujer sobre la bestia escarlata del Apocalipsis. Y lo hacía únicamente a partir del análisis de la figura que aparece montada sobre el caballo: su cabeza, su vestimenta, su postura... Ahora toca abundar más en esas dudas, cosa que haré comparando su dibujo con el propio pasaje del Apocalipsis y con otras representaciones altomedievales del mismo tema.
El texto de la Vulgata (Ap. 17, 3-4) dice lo siguiente:
"Et abstulit me in spiritu in desertum. Et vidi mulierem sedentem super bestiam coccineam, plenam nominibus blasphemiæ, habentem capita septem, et cornua decem.(4)Et mulier erat circumdata purpura, et coccino, et inaurata auro, et lapide pretioso, et margaritis, habens poculum aureum in manu sua, plenum abominatione, et immunditia fornicationis ejus."
O lo que es lo mismo, pero en castellano:
"Y me llevó en espíritu al desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba cubierta de púrpura y escarlata, y enjoyada con oro y con piedras preciosas y gemas, y tenía en su mano una copa de oro llena de abominación y de la inmundicia de su fornicación".
Tenemos pues, según el texto, una bestia multicéfala y muchas veces cornuda y una mujer ricamente vestida y adornada que la cabalga y que sostiene en su mano una copa de oro. Y no hay nadie más en la escena (y éste es un detalle importante). Sin embargo, el dibujo de San Vicente de Río Almar nos presenta a una figura, no necesariamente femenina, montada sobre un caballo (o algún tipo de équido similar), cuyo único adorno relevante es el objeto que lleva a la cintura (y que sabemos que no es ni mucho menos lujoso ni está enjoyado: es una fina plancha de hierro probablemente recubierta de piel o cuero y/o madera), que no parece portar ninún objeto en sus manos (podría llevarlo en la mano que no se ve en el dibujo, pero parece más lógico pensar que tiene ambas levantadas en posición "orante") y que, además, está acompañada por otro personaje (y por lo que parece una serpiente) que se sitúa detrás de su montura. Todo ello muy distinto, en mi opinión, de lo que se cuenta en Apocalipsis 17. En cualquier caso hay que consignar que algunas de esas diferencias no son, ni mucho menos insalvables. Un ejemplo: a la bestia, como veremos a continuación, en ocasiones se la representa con forma equina. Como una especie de cuadrúpedo "infernal", pero un cuadrúpedo a fin de cuentas. Y otro: las joyas que adornan a la mujer no aparecen representadas en los dibujos, centrándose toda la atención de los diferentes autores en los ropajes que la cubren.
Las representaciones altomedievales más antiguas que he podido encontrar de esta imagen apocalíptica pertenecen a varios beatos y se fechan a partir del siglo X. Veamos algunas:
Beato de Fernando I y Doña Sancha (s. XI) (Fuente: Wikimedia Commons)
Beato de Saint-Sever (s. XI)
En esta pequeña selección he prescindido de otras imágenes de la mujer sobre la bestia, procedentes de otros beatos de los siglos X y XI, en los que ésta última aparece representada como el monstruo de diez cabezas que describe el texto de San Juan (en estas tres, como adelanté más arriba, es una especie de équido aunque con cabeza más o menos monstruosa, garras en lugar de pezuñas y una serpiente por cola en todos los casos). Tanto en estos casos como en los demás que he consultado, mujer y bestia aparecen solas, sin ningún acompañante. Y, también en todos ellos, la primera porta una copa o cáliz dorado (o un objeto similar) en su mano derecha.
De nuevo y como ocurriera con la comparación con el pasaje bíblico, el dibujo mostrado en la pizarra de San Vicente de Río Almar no coincide (al menos no en lo fundamental) con las representaciones posteriores de la mujer que cabalga la bestia escarlata. Los investigadores que han estudiado la pieza (aquí y aquí, por ejemplo) han salvado ese "escollo interpretativo" con el siguiente razonamiento: en época visigoda existió una forma propia y particular de representar gráficamente las escenas del apocalipsis, obviamente anterior a la de los beatos (que son 3 o 4 siglos posteriores) y distinta de ésta. Y a esa tradición gráfica apocalíptica hispanovisigoda es a la que pertenecería la pizarra que ha dado origen a esta serie de entradas. Reconozco que está bien traído, pero creo que el argumento es muy endeble, ya que remite a algo que nos es completamente (o casi) desconocido y que, por tanto, podría justificar casi cualquier cosa; y también algo circular: el dibujo de la pizarra de San Vicente de Río Almar diferiría en gran medida de las representaciones de los beatos sobre el mismo tema porque pertenecería a una tradición ilustradora distinta; y el hecho de que la escena plasmada en la pizarra sea diferente a lo que encontramos varios siglos después sería la principal prueba de que hubo una tradición gráfica apocalíptica hispanovisigoda con características propias.
Como conclusión de esta entrada creo que, tras un análisis no demasiado profundo tanto de las evidencias textuales bíblicas como de las representaciones gráficas de los siglos X-XI, puede ponerse en duda la interpretación de la escena grabada en la pizarra de San Vicente de Río Almar como la imagen de la mujer sobre la bestia escarlata, descrita en Apocalipsis 17, 3-4. No digo que no lo sea, pero creo que los argumentos para sostener esa identificación no son muy sólidos y que pueden proponerse algunas alternativas. Sobre una de ellas trataré en la siguiente entrada de la serie.
POSTDATA:
Mientras redactaba esta entrada y por pura casualidad he reparado en el más que curioso parecido que existe entre las representaciones de la bestia del apocalipsis en algunos beatos (los que pueden verse más arriba, por ejemplo) y los "animales fantásticos" (así al menos se los describe) tallados en algunos de los medallones que decoran la iglesia (en origen, palacio) prerrománica asturiana de Santa María del Naraco (puede verse un buen ejemplo aquí). Cuadrúpedos con garras en lugar de pezuñas y largas colas rematadas en cabezas de serpiente, incluso con el "nudo" central que puede verse en la bestia del beato de Fernando I y Doña Sancha. ¿Es una casualidad o la prueba de que el origen de esas representaciones de los siglos X-XI ha de remontarse al menos hasta el IX y localizarse en el Reino de Asturias? No tengo ni idea (ni tiempo para comprobarlo) de si se trata de algo conocido y estudiado, pero lo dejo escrito aquí por si acaso no lo es.