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Haciendo el nido

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De vuelta a las fortificaciones de la Guerra Civil en Cantabria, aprovecho esta entrada para publicar un curioso (e interesante, además de inédito) documento gráfico de la época: el alzado y la planta de un nido de ametralladoras. Se trata de un dibujo que iba incluido en una propuesta ("Plan de fortificación en el frente de Los Tornos hasta Portillo de la Sía") de creación de una línea de resistencia, en el extremo oriental del frente sur, entre el Portillo de la Sía y el pico Zalama; y que recoge el modelo de nido de ametralladoras con el que se reforzarían las posiciones defensivas en ese sector. El plan de fortificación era muy ambicioso y contemplaba la construcción de 44 nidos de este tipo, 5 blocaos, 4 km de trincheras, 40 refugios, 2 posiciones artilleras, 8 "nidos antiaéreos", 1 refugio para un cañón antitanque y 2 "tambores para dinamiteros"; además de pasos y caminos cubiertos y alambradas.

(AGMAV, C.686, Cp. 13, D. 1 / 14)

Como puede observarse en el dibujo, el nido estaría semiexcavado en el terreno y constaría, básicamente, de paredes de mampostería (con una tronera abocinada hacia afuera en la frontal y un acceso con forma de paso cubierto en la trasera) y un techo formado por una gruesa placa de hormigón armado colocada sobre rollizos de madera; todo ello cubierto de tierra y cesped. Rollizos, hormigón, tierra y cesped crearían una cubierta "a prueba", capaz de soportar el impacto de proyectiles de artillería e incluso de bombas de aviación (imagino que dependiendo del tamaño de éstas...).

El plano del nido, aunque muy detallado (es lo mejor que he podido encontrar para Cantabria hasta la fecha, aunque seguro que hay más, muertos de asco en algún archivo), tiene algunos errores graves de diseño. Si, como parece, estaba destinado a que se emplazara en él una ametralladora, el techo sería demasiado bajo y no tendría sentido una banqueta (o "bloque soporte") tan elevada respecto a la cota del suelo. El arma dibujada es una ametralladora Hotchkiss modelo 1914, en su versión española (la reglamentaria en el ejército español en 1936), que se emplearía como recoge esta foto (de la versión original frnacesa), con su sirviente sentado sobre el sillín situado en la pata más larga del trípode (salvo que el ametrallador fuese de talla XS, no podría utilizar la máquina tal y como aparece situada en el dibujo):

  

Es posible, sin embargo, que la estructura esté bien planteada y que el error resida en el arma representada: si en lugar de una ametralladora se tratase de un fusil ametrallador como el de la siguiente foto, su sirviente podría dispararlo de pie, con las patas del bípode apoyadas en la banqueta.

 http://historiadelasarmasdefuego.blogspot.com.es/2009/03/fusil-ametrallador-hotchkiss-mod1926.html

El plan de fortificación de esa zona del frente no llegó a completarse. De hecho, apenas debió pasar de una fase muy inicial, aunque el documento menciona el comienzo de la construcción de 4 de estos nidos para batir la carretera de acceso al puerto de Los Tornos y, en la misma zona, del "refugio para cañón antitanque". Quizá los cinco lleven más de 70 años esperando a que alguien suba a echarles un vistazo...

Volviendo al plano, éste nos permite comprobar cómo era el diseño básico de este tipo de estructuras y contrastarlo tanto con las referencias documentales que manejamos como con lo que podemos observar en otros ejemplares. Y eso es aplicable tanto a los nidos como a los fortines de tipo "galería cubierta para tiradores", los más abundantes y característicos de la zona que estamos estudiando (muy poquito a poco, es cierto) en los últimos años: la costa, en particular la oriental; las líneas de contención de los ríos Agüera y, sobre todo, Asón; y algunos territorios aledaños.

El uso de rollizos de madera para los techos de los nidos aparece mencionado en varios de los documentos que hablan de las obras de fortificación de la costa durante la primavera y el verano de 1937. También ha dejado "huellas" (porque la madera ha desaparecido) en algunas de estas fortificaciones. Se aprecia muy bien en la "galería para tiradores" de Los Castros (Cicero), en donde, además, puede comprobarse cómo la escasez de materia prima provocó alguna variante sobre lo teóricamente establecido. Como se ve en las fotografías, en lugar de rollizos completos se utilizaron medios rollizos (así, con la misma cantidad, se construían los techos de dos fortines). Cómo afectaría esta merma en la madera a la resistencia del conjunto es difícil de establecer, pero puede intuirse que lo sería en buena medida: unas instrucciones para construir un refugio "a prueba" mencionan la necesidad de colocar dos filas de rollizos inmediatamente debajo de la plancha de hormigón (que debería ser de 40 cm de espesor y estar cubierta por otros 40 cm de piedras y 1 m de tierra. Casi nada). También hay casos en los que los rollizos se colocaron por encima del hormigón, aunque parecen menos frecuentes.

Interior del fortín de Los Castros (Cicero, Bárcena de Cicero)

Detalle de las "huellas" de los medios rollizos de madera en el hormigón armado del techo del fortín

Las paredes de mampostería aparecen, en todas las variantes imaginables, en la mayor parte de los nidos y fortines. Pueden ser mampuestos más o menos trabajados, sin aristas y de un tamaño medio y relativamente estandarizado; o bloques apenas desbastados y obtenidos de los afloramientos calizos de la zona en la que se construyó el nido; y siempre trabados con cemento.

Pared frontal de mampostería del nido de ametralladoras "Liencres II", en el conjunto de la Sierra de Tolío o de La Picota (Liencres, Piélagos)

Uno de los nidos de ametralladoras de Perejita (Rasines), levantado en mampostería

En cuanto a los techos de hormigón, de nuevo destaca la heterogeneidad. En la mayor parte de los casos están formados por planchas como las del plano, de grosores variables, eso sí. Sin embargo, hay algunos ejemplos en los que adquieren formas de "sombrero de seta" (no se me ocurre otra forma de llamarlo, la verdad), como en el de Primosto, en el primer sector de la "Línea del Asón". Es probable que este diseño tan peculiar responda a una necesidad eminentemente práctica: evitar tener que cubrir de piedras y tierra el nido y, a la vez, conseguir, gracias a su diseño, dificultar el impacto de los proyectiles de artillería enemigos (que "rebotarían" contra una superficie curva como ésa). En otros casos, directamente, no había hormigón que protegiera a los ocupantes del nido.

 
Nido de ametralladoras de Primosto (Adal-Treto, Bárcena de Cicero)

Oculto por la maleza, uno de los nidos de ametralladoras de Vivero (Cicero, Bárcena de Cicero), con una gruesa plancha de hormigón armado como cubierta

Finalmente, no abundan los casos en los que se observe que los nidos o fortines estén cubiertos por piedras y/o tierra, aunque eso pueda deberse, sencillamente, a la erosión sufrida en los últimos 70 y pico años. El de Arenillas (que ya tuvo su entrada monográfica en el blog) o las "galerías para tiradores" más orientales del Vivero son algunos de los pocos que conservan ese tipo de coberturas.

Entrada al nido de Arenillas (Islares, Castro Urdiales), cubierto aún por una considerable capa de tierra sobre la que crece la hierba.

Entrada a uno de los fortines de Vivero (Cicero) que aún conservan la cubierta de tierra y hierba

La principal conclusión que puede obtenerse de este rápido repaso es que los nidos de ametralladoras (y otro tipo de fortificaciones para infantería) construidos en Cantabria durante los 13 meses de dominio republicano responden a un mismo patrón general y, por tanto, comparten una serie de características (recogidas en planos de las obras como el que ha dado pie a la entrada, por cierto). Y que, pese a ello, la flexibilidad a la hora de hacer los nidos (y demás) fue tal que puede decirse que cada unidad encargada de fortificar un sector del frente (o de la costa) construyó sus propios tipos, distintos de los del resto y muy parecidos entre sí. Los hay grandes, pequeños, de planta cuadrada, circular, rectangular con un lado redondeado, con una tronera, con dos, con techos altos o bajos, semienterrados o que sobresalen sobre el nivel del suelo, solitarios o formando pareja con fortines de otros tipos, etc. Las características del terreno, la disponibilidad de materiales y transportes, la cualificación de la mano de obra y de los mandos, las prisas... Todos son factores que, sin duda, influyeron para que se diera esta multiplicidad de tipos que (hablo por mí) alegra tanto la vista a quienes nos dedicamos a buscar y, en la medida de lo posible, estudiar estos restos.


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