Después de cinco largos años dedicados a Riocueva y de despedirnos de la excavación sin intención de retormarla en el pasado mes de diciembre, nuestra intención era dar por terminada la etapa de trabajo de campo y centrarnos en el estudio de los materiales que quedan pendientes para poder ir preparando la monografía de la actuación arqueológica. Con ese objetivo presentamos nuestro proyecto a la última convocatoria realizada por la Consejería de Cultura para financiar actuaciones arqueológicas. En el proyecto se incluía la realización de los estudios de restos óseos animales (fauna) y de marcrorrestos vegetales (carbones), para los que aún no habíamos encontrado colaboración, y el envío de dos muestras para su datación por carbono 14. Importe total solicitado para estos fines: 5.000,00 euros. La cantidad máxima que disponía en la peculiar convocatoria.
Quizá «llamamiento» sería más correcto que «convocatoria» para denominar a la fórmula elegida en los dos últimos años por los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria para repartir fondos y permisos a los arqueólogos. Han caído en una absoluta desidia normativa y han preferido articular mecanismos más cómodos, evitando realizar una convocatoria de autorizaciones y subvenciones pública y abierta por los conductos habituales. Enviar un correo electrónico es mucho más cómodo que publicar en el BOC, no me cabe ninguna duda. Y convertir lo que antes eran subvenciones públicas en contratos a los que sólo pueden optar unos pocos «invitados», por mucho que se recomiende difundir la información, también debe de ser una fórmula más simple en su tramitación administrativa. No vayan a dedicar demasiado esfuerzo a un colectivo tan poco relevante.
El «llamamiento» realizado en 2014 se disculpaba por no realizar la convocatoria por los cauces habituales en los siguientes términos: «la situación económica no es la mejor en estos momentos, pero con el fin de que no se paralice la investigación arqueológica en Cantabria, la Dirección General de Cultura ha decidido hacer una convocatoria entre aquellos investigadores que solicitasteis autorización el año pasado para realizar algún tipo de intervención arqueológica en Cantabria». Ese «año pasado» se refería a 2013, único ejercicio en toda la legislatura en el que los todavía hoy responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria han encontrado un hueco en su agenda para resolver una convocatoria pública. En 2012 la publicaron, pero no la resolvieron. Con esta estrategia se creaban unas reglas de juego diferentes: ya no había subvenciones, sino contratos directos por importe máximo de 5.000,00 euros y, en teoría, sólo estaban dirigidas a proyectos o investigadores que hubiesen participado en la convocatoria de 2013. En total eran (éramos) 25 los «invitados» a participar de este nuevo modelo de gestión económica de los fondos destinados a la investigación arqueológica, si revisamos la resolución referida a esa convocatoria. Para comprobar quiénes fueron (fuimos) los «afortunados» en el reparto sólo hay que echar un vistazo a la lista de contratos menores adjudicados en el tercer trimestre de 2014: sólo 5 de los 25 investigadores de la lista, todos ellos solicitantes en la convocatoria de 2013. Ya entonces recibimos sólo el 75% de lo que pedíamos, 3750,00 euros de 4.961,00 euros, bastante menos de la cantidad de la que pudimos disponer en 2013, que fueron 6.545,00 euros. Como no queríamos dejar el trabajo de campo a medias, cogimos a regañadientes lo que nos dieron y lo estiramos como pudimos para cumplir con el proyecto. Conviene señalar que no nos dijeron qué parte de nuestro proyecto desestimaban, sólo que no podían darnos todo lo que habíamos pedido y que ajustásemos nuestros planes a sus finanzas.
Es difícil entender cuál es el criterio por el cual primero te dicen que puede pedir 5.000,00 euros para tu proyecto, les pides 4.961,00 euros y después te dicen que se lo han pensado mejor y sólo te dan 3.750,00 euros. Supongo que no habían echado bien las cuentas antes... o que han preferido aplicar la política de «café para todos» tan habitual en la administración española, repartiendo entre muchos en lugar de apostar por unos pocos. Al fin y al cabo, son proyectos de investigación y no trabajos que puedan ser adjudicados al mejor postor. Proyectos que alguien ha pensado, ha dado forma, ha presupuestado y que, en muchos casos, ser desvirtúan si se les recorta por algún sitio. Y si alguien se considera capacitado para determinar cuánto dinero menos se debe gastar en cada uno, será porque tiene claro qué parte es prescindible. ¿Quieren que la campaña dure menos? ¿Que dure lo mismo con menos gente? ¿Que sea menor la extensión de la excavación? ¿Que se profundice menos en la misma superficie de excavación? ¿Que los planos se hagan a menos escala para gastar menos papel? ¿Que sólo se recojan de forma individualizada los huesos humanos y no los de fauna para usar menos bolsas de plástico? ¿Que hagamos menos analíticas? ¿Que hagamos las mismas analíticas pero excavemos menos extensión?¿Que vayamos más despacio por la carretera para que los vehículos consuman menos y se pueda ahorrar en desplazamientos? ¿Que modifiquemos el calendario y los horarios de trabajo para ahorrar en manutención? Prefieren dejarnos decidir, poniendo de manifiesto que les da lo mismo lo que hagamos con el dinero que nos dan. Con el dinero de los ciudadanos en cuyo nombre gestionan los asuntos públicos. La cultura del recorte sin criterio es cómoda para el gestor, le permite enorgullecerse de su austeridad, pero pone en evidencia, en muchos casos, la incapacidad para tomar decisiones razonadas.
Como se ha indicado más arriba, la fórmula elegida por los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria en 2015 ha sido la misma que en 2014. Incluso el documento es tan sospechosamente parecido que parece que únicamente le hubiesen cambiado la fecha. De nuevo se habla de «una convocatoria entre aquellos investigadores que solicitasteis autorización el año pasado para realizar algún tipo de intervención arqueológica en Cantabria». Y aquí ya sí que le perdemos la pista a la nómina de «invitados». Cuando una convocatoria de este tipo se realiza por los cauces normales, se hacen públicas las resoluciones en las que se recoge la relación de permisos solicitados y la decisión tomada por la administración sobre los mismos. En este caso, al hacerse un «llamamiento» para adjudicar unos contratos menores, el rastro documental es más difícil de seguir. Vamos, que no sabemos con seguridad quiénes solicitaron autorización en 2014. Lo que sí está claro es que el año pasado sólo pudieron ser estimadas las solicitudes de investigadores que hubiesen participado en la convocatoria de 2013 y que en 2015 la lista se tendría que haber reducido aún más. Sabemos por diversas fuentes que se han admitido las solicitudes de investigadores que no constaban en aquella lista de 25 «elegidos» de 2013, cosa que no deja en buen lugar a los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria y que, pese a ello, no nos parecería demasiado mal si no sospechásemos que esto ha afectado a nuestros intereses. Más solicitantes y el mismo criterio errático para repartir los fondos auguraban un panorama aún peor que el de 2014. En esta ocasión, del «café para todos» nos han ofrecido los posos. Migajas, apenas un 30% de lo que nos dijeron que podíamos pedir y pedimos. ¿Qué sentido tiene volver a consignar 5.000,00 euros si ya habían comprobado, con la experiencia de 2014, que no podían darle a nadie más de 3.750,00 euros? Nosotros volvimos a pedir 5.000,00 euros y nos han ofrecido la friolera de 1.600,00 euros, impuestos, cuotas y demás gastos administrativos incluidos. Vamos, que daría para poco más que una de las dataciones de carbono 14 o para estudiar la mitad de los huesos que tenemos o unos pocos de los carbones. Tampoco esta vez nos han dicho cuál es el 70% de nuestro proyecto que no consideran oportuno financiar. Seguramente porque ni se lo han planteado. Han puesto una cifra y el resto les importa muy poco.
Lo primero que hemos pensado ha sido que se nos ha fundido la estrella que nos acompañaba desde aquel glorioso 2011 en el que pusimos en marcha la excavación con 5.442,00 euros. Y que probablemente aquello, lo de 2013 y lo de 2014, habían sido golpes de fortuna. Y lo que nos ofrecen para 2015 es simple mala suerte. Vista la experiencia de las ediciones anteriores, parecía claro que el único criterio era el de asignar cantidades a nombres, sin tener en cuenta las particularidades de cada proyecto. Nosotros sólo queríamos ir cerrando el nuestro, pero con un tercio de lo que necesitamos sólo podemos liquidar una parte de las tareas pendientes.
Pero ¿y si no ha sido el simple azar, un capricho o una decisión poco meditada? ¿Y si nuestro proyecto ha perdido interés? Es razonable pensar que los 15.737,00 euros que los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria habían decidido invertir en Riocueva entre 2011 y 2014 respondían al interés de nuestro proyecto. Y que, de repente, hemos perdido el atractivo y no quieren que malgastemos ni un euro más, que con lo que nos ofrecen ahora tenemos de sobra, porque el estudio de los contextos funerarios de época visigoda ya no es una prioridad. Sin embargo, no hay constancia oficial de que haya habido un cambio de criterio. Si consideramos que los «llamamientos» de 2014 y 2015 son una extensión oficiosa de la convocatoria de 2013, debemos remitirnos a este documento para encontrar cuáles son las líneas de investigación prioritarias en la Arqueología de Cantabria: las que marca el Plan Regional de Arqueología redactado en 2010. Por si alguien no las conoce después de tantos años en vigor, aquí las recogemos:
Nosotros sólo queríamos dar carpetazo a la parte «financiada» del proyecto de actuación arqueológica en Riocueva y tratar de cerrarlo en las mejores condiciones para publicar los resultados lo antes posible. No es tan difícil de entender. Con una financiación adecuada podríamos haberlo hecho en 2015. Por desgracia, tendremos que esperar otro año más y quizá otro más y otro más hasta que, juntando las migajas que ahora parece que merecemos, podamos concluir nuestro trabajo. Trabajo desinteresado, que quede patente y por si a alguien no le había quedado claro en todos estos años. No somos profesionales de la Arqueología, no recibimos honorarios por el tiempo que dedicamos a la investigación ni tampoco los reclamamos. Empleamos cada euro de dinero público en conseguir obtener tantos datos como nos resulta posible del yacimiento al que hemos dedicado de forma voluntaria y voluntariosa grandes esfuerzos. Sacrificando horas de sueño, de ocio, de vida familiar y sin pedir nada a cambio más que respeto por nuestro trabajo y por el de nuestros colaboradores. Es más, hemos multiplicado cada euro invertido, gracias a la colaboración desinteresada de otros investigadores que se han implicado en nuestro proyecto y lo han hecho suyo. Si tuviésemos que pasar la factura real de cada estudio especializado, de cada analítica, de cada tratamiento a los que hemos tenido acceso, es posible que no se cubriese ni con el triple de lo invertido hasta ahora por la Administración. No se lo reprochamos a nadie, pero no está de más recordarlo. No esperamos aplausos, pero tampoco que nos despachen con migajas. Y si lo hacen, que al menos inviertan tiempo y trabajo en que no parezca una decisión arbitraria, caprichosa y poco meditada.
Quizá «llamamiento» sería más correcto que «convocatoria» para denominar a la fórmula elegida en los dos últimos años por los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria para repartir fondos y permisos a los arqueólogos. Han caído en una absoluta desidia normativa y han preferido articular mecanismos más cómodos, evitando realizar una convocatoria de autorizaciones y subvenciones pública y abierta por los conductos habituales. Enviar un correo electrónico es mucho más cómodo que publicar en el BOC, no me cabe ninguna duda. Y convertir lo que antes eran subvenciones públicas en contratos a los que sólo pueden optar unos pocos «invitados», por mucho que se recomiende difundir la información, también debe de ser una fórmula más simple en su tramitación administrativa. No vayan a dedicar demasiado esfuerzo a un colectivo tan poco relevante.
El «llamamiento» realizado en 2014 se disculpaba por no realizar la convocatoria por los cauces habituales en los siguientes términos: «la situación económica no es la mejor en estos momentos, pero con el fin de que no se paralice la investigación arqueológica en Cantabria, la Dirección General de Cultura ha decidido hacer una convocatoria entre aquellos investigadores que solicitasteis autorización el año pasado para realizar algún tipo de intervención arqueológica en Cantabria». Ese «año pasado» se refería a 2013, único ejercicio en toda la legislatura en el que los todavía hoy responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria han encontrado un hueco en su agenda para resolver una convocatoria pública. En 2012 la publicaron, pero no la resolvieron. Con esta estrategia se creaban unas reglas de juego diferentes: ya no había subvenciones, sino contratos directos por importe máximo de 5.000,00 euros y, en teoría, sólo estaban dirigidas a proyectos o investigadores que hubiesen participado en la convocatoria de 2013. En total eran (éramos) 25 los «invitados» a participar de este nuevo modelo de gestión económica de los fondos destinados a la investigación arqueológica, si revisamos la resolución referida a esa convocatoria. Para comprobar quiénes fueron (fuimos) los «afortunados» en el reparto sólo hay que echar un vistazo a la lista de contratos menores adjudicados en el tercer trimestre de 2014: sólo 5 de los 25 investigadores de la lista, todos ellos solicitantes en la convocatoria de 2013. Ya entonces recibimos sólo el 75% de lo que pedíamos, 3750,00 euros de 4.961,00 euros, bastante menos de la cantidad de la que pudimos disponer en 2013, que fueron 6.545,00 euros. Como no queríamos dejar el trabajo de campo a medias, cogimos a regañadientes lo que nos dieron y lo estiramos como pudimos para cumplir con el proyecto. Conviene señalar que no nos dijeron qué parte de nuestro proyecto desestimaban, sólo que no podían darnos todo lo que habíamos pedido y que ajustásemos nuestros planes a sus finanzas.
Es difícil entender cuál es el criterio por el cual primero te dicen que puede pedir 5.000,00 euros para tu proyecto, les pides 4.961,00 euros y después te dicen que se lo han pensado mejor y sólo te dan 3.750,00 euros. Supongo que no habían echado bien las cuentas antes... o que han preferido aplicar la política de «café para todos» tan habitual en la administración española, repartiendo entre muchos en lugar de apostar por unos pocos. Al fin y al cabo, son proyectos de investigación y no trabajos que puedan ser adjudicados al mejor postor. Proyectos que alguien ha pensado, ha dado forma, ha presupuestado y que, en muchos casos, ser desvirtúan si se les recorta por algún sitio. Y si alguien se considera capacitado para determinar cuánto dinero menos se debe gastar en cada uno, será porque tiene claro qué parte es prescindible. ¿Quieren que la campaña dure menos? ¿Que dure lo mismo con menos gente? ¿Que sea menor la extensión de la excavación? ¿Que se profundice menos en la misma superficie de excavación? ¿Que los planos se hagan a menos escala para gastar menos papel? ¿Que sólo se recojan de forma individualizada los huesos humanos y no los de fauna para usar menos bolsas de plástico? ¿Que hagamos menos analíticas? ¿Que hagamos las mismas analíticas pero excavemos menos extensión?¿Que vayamos más despacio por la carretera para que los vehículos consuman menos y se pueda ahorrar en desplazamientos? ¿Que modifiquemos el calendario y los horarios de trabajo para ahorrar en manutención? Prefieren dejarnos decidir, poniendo de manifiesto que les da lo mismo lo que hagamos con el dinero que nos dan. Con el dinero de los ciudadanos en cuyo nombre gestionan los asuntos públicos. La cultura del recorte sin criterio es cómoda para el gestor, le permite enorgullecerse de su austeridad, pero pone en evidencia, en muchos casos, la incapacidad para tomar decisiones razonadas.
Como se ha indicado más arriba, la fórmula elegida por los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria en 2015 ha sido la misma que en 2014. Incluso el documento es tan sospechosamente parecido que parece que únicamente le hubiesen cambiado la fecha. De nuevo se habla de «una convocatoria entre aquellos investigadores que solicitasteis autorización el año pasado para realizar algún tipo de intervención arqueológica en Cantabria». Y aquí ya sí que le perdemos la pista a la nómina de «invitados». Cuando una convocatoria de este tipo se realiza por los cauces normales, se hacen públicas las resoluciones en las que se recoge la relación de permisos solicitados y la decisión tomada por la administración sobre los mismos. En este caso, al hacerse un «llamamiento» para adjudicar unos contratos menores, el rastro documental es más difícil de seguir. Vamos, que no sabemos con seguridad quiénes solicitaron autorización en 2014. Lo que sí está claro es que el año pasado sólo pudieron ser estimadas las solicitudes de investigadores que hubiesen participado en la convocatoria de 2013 y que en 2015 la lista se tendría que haber reducido aún más. Sabemos por diversas fuentes que se han admitido las solicitudes de investigadores que no constaban en aquella lista de 25 «elegidos» de 2013, cosa que no deja en buen lugar a los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria y que, pese a ello, no nos parecería demasiado mal si no sospechásemos que esto ha afectado a nuestros intereses. Más solicitantes y el mismo criterio errático para repartir los fondos auguraban un panorama aún peor que el de 2014. En esta ocasión, del «café para todos» nos han ofrecido los posos. Migajas, apenas un 30% de lo que nos dijeron que podíamos pedir y pedimos. ¿Qué sentido tiene volver a consignar 5.000,00 euros si ya habían comprobado, con la experiencia de 2014, que no podían darle a nadie más de 3.750,00 euros? Nosotros volvimos a pedir 5.000,00 euros y nos han ofrecido la friolera de 1.600,00 euros, impuestos, cuotas y demás gastos administrativos incluidos. Vamos, que daría para poco más que una de las dataciones de carbono 14 o para estudiar la mitad de los huesos que tenemos o unos pocos de los carbones. Tampoco esta vez nos han dicho cuál es el 70% de nuestro proyecto que no consideran oportuno financiar. Seguramente porque ni se lo han planteado. Han puesto una cifra y el resto les importa muy poco.
Lo primero que hemos pensado ha sido que se nos ha fundido la estrella que nos acompañaba desde aquel glorioso 2011 en el que pusimos en marcha la excavación con 5.442,00 euros. Y que probablemente aquello, lo de 2013 y lo de 2014, habían sido golpes de fortuna. Y lo que nos ofrecen para 2015 es simple mala suerte. Vista la experiencia de las ediciones anteriores, parecía claro que el único criterio era el de asignar cantidades a nombres, sin tener en cuenta las particularidades de cada proyecto. Nosotros sólo queríamos ir cerrando el nuestro, pero con un tercio de lo que necesitamos sólo podemos liquidar una parte de las tareas pendientes.
Pero ¿y si no ha sido el simple azar, un capricho o una decisión poco meditada? ¿Y si nuestro proyecto ha perdido interés? Es razonable pensar que los 15.737,00 euros que los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria habían decidido invertir en Riocueva entre 2011 y 2014 respondían al interés de nuestro proyecto. Y que, de repente, hemos perdido el atractivo y no quieren que malgastemos ni un euro más, que con lo que nos ofrecen ahora tenemos de sobra, porque el estudio de los contextos funerarios de época visigoda ya no es una prioridad. Sin embargo, no hay constancia oficial de que haya habido un cambio de criterio. Si consideramos que los «llamamientos» de 2014 y 2015 son una extensión oficiosa de la convocatoria de 2013, debemos remitirnos a este documento para encontrar cuáles son las líneas de investigación prioritarias en la Arqueología de Cantabria: las que marca el Plan Regional de Arqueología redactado en 2010. Por si alguien no las conoce después de tantos años en vigor, aquí las recogemos:
- Prospecciones.Que sepamos, nadie lo ha modificado, ni lo ha enmendado, ni lo ha denunciado, ni nada parecido. Al menos, de forma oficial. Éste está en el BOC desde 2010 y a éste remite la convocatoria de 2013. Sospechamos que los responsables del Patrimonio Arqueológico de Cantabria pueden haber cambiado de prioridades, pero no lo han expresado a través de los conductos adecuados. Que nuestro proyecto haya pasado a percibir una cantidad testimonial que dificulta su desarrollo podría ser una prueba de que se ha dado un giro de timón en las prioridades. Es normal renovarse y cambiar de opinión, lo hacemos todos con frecuencia. Pero cuando la que cambia de criterio es la Administración debe hacerlo conforme a unos procedimientos regulados. Vamos, que si querían que las nuevas convocatorias de autorización y financiación de actuaciones arqueológicas tuviesen nuevas prioridades, lo mínimo que deberían haber hecho es cambiar el Plan Regional de Arqueología o, siendo un poco más pícaros, obviarlo en sus convocatorias.
- Patrimonio subacuático.
- Patrimonio paleontológico en depósitos de origen no antrópico.
- El Paleolítico Inferior.
- Asentamientos al aire libre desde los orígenes del poblamiento hasta el final de la Edad Media.
- Contextos funerarios desde el Calcolítico hastaépoca visigoda.
- Arqueología de las Edades Moderna y Contemporánea.
- Caminos y red viaria.
Nosotros sólo queríamos dar carpetazo a la parte «financiada» del proyecto de actuación arqueológica en Riocueva y tratar de cerrarlo en las mejores condiciones para publicar los resultados lo antes posible. No es tan difícil de entender. Con una financiación adecuada podríamos haberlo hecho en 2015. Por desgracia, tendremos que esperar otro año más y quizá otro más y otro más hasta que, juntando las migajas que ahora parece que merecemos, podamos concluir nuestro trabajo. Trabajo desinteresado, que quede patente y por si a alguien no le había quedado claro en todos estos años. No somos profesionales de la Arqueología, no recibimos honorarios por el tiempo que dedicamos a la investigación ni tampoco los reclamamos. Empleamos cada euro de dinero público en conseguir obtener tantos datos como nos resulta posible del yacimiento al que hemos dedicado de forma voluntaria y voluntariosa grandes esfuerzos. Sacrificando horas de sueño, de ocio, de vida familiar y sin pedir nada a cambio más que respeto por nuestro trabajo y por el de nuestros colaboradores. Es más, hemos multiplicado cada euro invertido, gracias a la colaboración desinteresada de otros investigadores que se han implicado en nuestro proyecto y lo han hecho suyo. Si tuviésemos que pasar la factura real de cada estudio especializado, de cada analítica, de cada tratamiento a los que hemos tenido acceso, es posible que no se cubriese ni con el triple de lo invertido hasta ahora por la Administración. No se lo reprochamos a nadie, pero no está de más recordarlo. No esperamos aplausos, pero tampoco que nos despachen con migajas. Y si lo hacen, que al menos inviertan tiempo y trabajo en que no parezca una decisión arbitraria, caprichosa y poco meditada.