Otoño de 26 a. de C. En algún punto al sur del territorio cántabro, en sus cuarteles de invierno (¿de nuevo los alrededores de Segisama, como al inicio de la ofensiva?), el gobernador de la provincia Tarraconense y ahora comandante de la fuerza de invasión, Gayo Antistio Veto, prepara la campaña del año siguiente. La primavera anterior, el Princeps en persona se puso al mando de un potente ejército (¿3 legiones? ¿4?), lo dividió en 3 columnas y atacó Cantabria por tres puntos desde las tierras más septentrionales de los Turmogos, aliados de Roma. Y fracasó. Sin apenas resultados dignos de mención (¿bordeando la derrota ignominiosa en alguna ocasión? ¿no consiguiendo tomar alguno de los grandes oppida del sur de Cantabria? ¿logrando, como mucho, la sumisión de algún populus situado en la periferia cántabra?), a punto de perder la vida fulminado por un rayo, enfermo y desmoralizado, se retiró a Tarraco dejando a Antistio al frente de las tropas.
Imagen aérea de uno de los campamentos romanos localizados junto a Segisama (Olmillos de Sasamón, Burgos) por F. Didierjean (2008)
Han estado cerca del desastre, sí, pero ahora será diferente. Esta vez, el ataque desde el sur (¿con 3 legiones? ¿con 2?) irá acompañado de otro simultáneo desde el norte, desde la propia retaguardia enemiga. El mismo Octavio ha ordenado aprestar una flota en el Golfo de Aquitania y desembarcar tropas (¿1 legión?) en la costa cántabra en cuanto empiecen las operaciones. Y ese ataque por la espalda obligará a los Cántabros a plantar cara de una vez al enemigo que avanza desde territorio turmogo y tratar de detenerlo antes de que la tenaza romana se cierre sobre ellos. Y así serán derrotados.
Al año siguiente el guión se cumplió y el plan salió a la perfección. Los romanos desembarcaron en la retaguardia cántabra y, al tiempo, volvieron a avanzar hacia el norte desde sus bases en el sur. Los Cántabros salieron a su encuentro y fueron derrotados en una gran batalla campal. Pero dejemos que sea Orosio (una de las cuatro fuentes fundamentales para conocer el desarrollo de las Guerras Cántabras, junto a Floro, Dion Casio y, en menor medida, Estrabón) quien nos lo cuente:
Diu fatigato frustra atque in periculum saepe deducto exercitu, tandem ab Aquitanico sinu per Oceanum incautis hostibus admoveri classem atque exponi copias iubet. Tunc demum Cantabri sub moenibus Atticae maximo congressi bello et victi in Vinnium montem natura tutissimum confugerunt, ubi obsidionis fame ad extremum paene consumpti sunt [Historiae Adversus Paganos, VI, 21, 4-5]
En traducción algo libre, más o menos esto:
"Tras largo tiempo agotando en balde a su ejército y poniéndolo en peligro muchas veces, finalmente ordena que la flota se acerque por mar, desde el Golfo Aquitánico, a los desprevenidos enemigos y desembarque tropas. Sólo entonces los Cántabros se reunieron para el mayor combate bajo las murallas de Attica y, vencidos, huyeron al monte Vinnio, segurísimo por naturaleza, donde fueron consumidos casi hasta el último en un asedio por hambre"
Como ya lo he contado antes, ahora sólo sacaré las dos ideas principales relacionadas con el desembarco: que fue un hecho fundamental para la victoria romana y que la flota y las tropas que lo protagonizaron llegaron desde el Golfo de Aquitania (el sinus Aquitanicus del texto).
Acerca del primero y aunque suele citarse y comentarse, creo sinceramente que hoy en día no recibe la importancia que merece, que es toda (la honrosísima excepción es este artículo de E. Peralta, único trabajo que conozco en el que se trata el tema en profundidad). Los hechos de la guerra más destacados por la historiografía siguen siendo los mencionados (por su nombre) por Floro y Orosio: la batalla "bajo las murallas" de Vellica/Belgica/Bergida/Attica (claramente, no había consenso entre los copistas), el episodio del Monte Vindio, el asedio y toma de Racilium/Aracelium y el cerco al Monte Medulio; los tres primeros sucedidos durante el Bellum Cantabricum propiamente dicho (26-25 a. de C.) y el cuarto muy probablemente durante el mandato de Gayo Furnio en la Tarraconense, en 22 a. de C. Sin embargo, ninguno de ellos hubiese tenido lugar (especialmente los tres primeros) sin el desembarco. Esas tropas traídas por mar abrieron un segundo frente y se colaron en el corazón de Cantabria por la puerta de atrás, por donde nadie las esperaba. Y desde allí le asestaron la puñalada definitiva a la resistencia cántabra que tan bien había funcionado hasta entonces y que tanto había desesperado al propio Augusto. Todo lo que siguió fueron victorias romanas, victorias que terminaron con la conquista del territorio, aunque no con su completa pacificación.
El oppidum de Monte Bernorio, probablemente la Bergida bajo cuyas murallas se enfrentaron en batalla campal Cántabros y Romanos en 25 a. de C. (foto tomada de la web del Proyecto Monte Bernorio)
Marine romano (no tengo ni idea de cómo consiguió Lino Mantecón, a quien se la he cogido, esta ilustración ni quién es su autor. El enlace a la imagen es éste)
La ofensiva aliada sobre Roma en 1944, con el desembarco en Anzio (Fuente: Wikipedia)
La Bahía de Santander (Foto tomada de aquí)
Volviendo casi al principio, al desembarco y su importancia, ya en 2001 los responsables de este blog (es decir, Enrique y yo) nos dimos cuenta de que el texto de Orosio dejaba muy clara la relación causa-efecto entre aquél y la batalla que abrió a los romanos las puertas de Cantabria. Ese "sólo entonces" (tunc demum), en el que sólo Eutimio Martino (al menos que recuerde ahora mismo) había reparado, era incontestable a ese respecto. O eso nos pareció entonces y nos ha seguido pareciendo hasta ahora (en el ya citado artículo que compartimos con Rafael Bolado, por ejemplo). Y precisamente en estos momentos nos lo parece mucho más, pues hemos encontrado un testimonio excepcional, que nos llega directamente desde la Alta Edad Media (libre por tanto de cualquier prejuicio "actualista" acerca de la conquista romana de Cantabria). Y, como a estas alturas ya sospecharán nuestros astutos lectores, ese testimonio medieval dice exactamente lo mismo que nosotros. ¿De qué estoy hablando? Pues de un pasaje de la obra principal de Freculfo de Lisieux, una Crónica universal escrita en el siglo IX. En él queda muy claro cómo este autor carolingio entendió a la perfección lo que quiso decir Orosio (al que sigue y resume cuando relata los hechos de los que hablamos) y la importancia capital que tuvo el desembarco en la derrota de los Cántabros y la subsiguiente conquista de Cantabria por Roma. En sus propias palabras:
Quos Caesar dum saepius aggressus frustra propter Pyrenaei difficultatem, tandem ab Aquitanico sinu per Oceanum, incautis hostibus, admoveri classem atque exponi copias iubet, quos ita improvisos debellavit et cepit. [Chronica, 1, 7, cap. XVI)
Lo que traducido de aquella manera por mí mismo viene a decir algo así como que el César (Augusto), después de mucho atacar en vano (a los cántabros) debido a lo complicado del terreno (el Pirineo o, lo que es lo mismo, la cordillera Cantábrica), finalmente ordenó que viniese una flota (a través del océano, obviamente) desde el Golfo de Aquitania y desembarcase tropas, cogiéndoles por sorpresa. Y que gracias a eso los pudo derrotar y conquistar. Es decir (una vez más, y van no sé cuántas en esta entrada), que el auténtico punto de inflexión en el Bellum Cantabricum fue el desembarco romano en la costa cántabra.
Y todo este rollo para anunciar que el próximo viernes 8 (pasado mañana), en la sede de ADIC y aprovechando que presento por primera vez en Cantabria algunos de los posibles campamentos romanos de campaña que hemos encontrado en los últimos tiempos gracias a Internet y las colecciones de fotografías aéreas e imágenes satelitales (¡cómo mola este palabro!), hablaré de todas estas cosas.