Como imagino que los visitantes asiduos del blog (si hubiere) ya sabrán, hace un par de años que Enrique, Rafa Bolado y yo formalizamos, de aquella manera, un divertimento llamado AGGER para llevar a cabo algunos "estudios intermitentes sobre las Guerras Cántabras y la Cantabria Romana". Y que el primer fruto de esa colaboración, que venía de atrás, fue la localización, presentación a la comunidad científica y primera publicación de varias posibles estructuras de tipo campamental romano desconocidas hasta la fecha (y la reinterpretación de otra cuya existencia ya era sabida, aunque fue destruida hace décadas sin que se estudiase de qué se trataba en realidad). Pues bien: el año pasado hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo trabajos de campo en dos de ellas, Castro Negro y La Cabaña, y de confirmar tanto su naturaleza militar romana como su cronología de época augustea y su más que probable relación con la conquista del territorio de los Cántabros.
En el primer caso (un sitio que localizamos en 2007 pero del que no obtuvimos imágenes medianamente buenas hasta 2014) lo hemos hecho como colaboradores de Eduardo Peralta y su "Proyecto Guerras Cántabras" en una intervención arqueológica dirigida por él, llevada a cabo en verano y otoño de 2016, que ha ofrecido unos magníficos resultados que fueron presentados a la prensa en el MVPAC en el mes de Febrero (con la asistencia del mismo Consejero del ramo) y que tuvieron un gran eco en los medios de comunicación (algunos ejemplos aquí, aquí y aquí). Resumiendo mucho, en esa primera campaña se ha comprobado que la estructura de Castro Negro corresponde a un gran campamento romano de campaña, de unas 10 ha de superficie, defendido por agger y foso y con al menos dos puertas en clavícula. Entre los abundantes materiales recuperados en su interior destacan algunas piezas de armamento y una moneda partida, un as acuñado en Calagurris en la segunda mitad del s. I a. de C.
Y también se ha revisado el cercano yacimiento de Robadorio, descubierto por Manuel Valle y "sospechoso" desde hace unos cuantos años de ser algo parecido a una atalaya legionaria sobre el impresionante entorno de montaña circundante, merced al hallazgo entonces de una tachuela de sandalia a la que ahora han venido a sumarse muchas más. Esa revisión sobre el terreno, ayudada por nuevas imágenes LIDAR, ha permitido comprobar cómo en esa cima hubo un establecimiento militar romano de mayor tamaño y enjundia de lo pensado hasta ahora, relacionado sin duda con el de Castro Negro, muy cercano y en perfecta comunicación visual con él.
Ambos campamentos, situados a unos 1.900 m uno y a más de 2.200 m el otro, forman el conjunto militar romano localizado a mayor altitud de la península Ibérica y uno de los más altos de Europa. Y es por eso que hemos planteado la hipótesis de que ambos (junto con el del collado de Vistrió, varios km al este y a unos 1.400 m de altitud) estén relacionados con el episodio del Monte Vindio, a donde huyeron los Cántabros derrotados por Antistio bajo las murallas de Bergida en 25 a. de C. y donde pensaban que antes llegarían las olas del mar que los ejércitos de Roma. En esta reconstrucción, ese monte mítico sería (o se localizaría en) el macizo de Peña Prieta o de Fuentes Carrionas, la parte más elevada de la cordillera Cantábrica si exceptuamos los Picos de Europa, con cimas tan emblemáticas como la propia Peña Prieta, el Curavacas, el Tres Provincias o el Espigüete. Y la presencia en esos parajes subalpinos de estos campamentos la prueba palpable de que las aguas del Cantábrico no subieron hasta allí pero las legiones de Augusto sí.
Para conocer más sobre todo lo dicho hasta ahora y hacerse una idea de lo hecho en Castro Negro y Robadorio el año pasado, nada mejor que ver al propio Eduardo Peralta contándolo en la conferencia que dio en el MVPAC hace unos meses:
La segunda intervención, la de La Cabaña, ha sido dirigida por Enrique y ha tenido lugar casi al mismo tiempo que la de la zona de Peña Prieta. El yacimiento fue localizado por nosotros en 2014 gracias a la ortofoto del PNOA de 2010, en la que, merced a una tala reciente de los eucaliptos que ocultaban la superficie, se observaba la existencia de una línea triple de terraplenes y fosos de gran tamaño en un collado que constituye el paso en altura entre los valles de Toranzo y Castañeda, en la zona que figura en la cartografía de la zona como La Cabaña o Peña de la Cabaña. Y al igual que Castro Negro, fue dado a conocer en Gijón en 2014 y recogido en la publicación antes señalada (y su existencia, como las de todas las demás estructuras, comunicada a la autoridad competente en temas de Patrimonio). Los resultados de la intervención fueron mostrados a la prensa este mismo mes (ejemplos de cómo fueron recogidos, aquí y aquí).
Aunque las estructuras de La Cabaña no estaban muy bien definidas y albergábamos algunas dudas acerca de su verdadera naturaleza, la presencia a poco más de 1 km hacia el sur, en Pando, de lo que tiene toda la pinta de ser un gran campamento de campaña (unas 8 ha) con capacidad para una legión completa hacía que la hipótesis militar romana fuese la principal de las que manejábamos. Y el tiempo ha venido a confirmar que estábamos en lo cierto.
Entre los materiales más significativos se encuentran una dolabra, un as acuñado en Celsa entre los años 44 y 36 a. de C., una fíbula "en omega", un fragmento de molino de mano rotatorio y un enganche de vaina de puñal. Junto a ellos, otros tantos más difíciles de interpretar por su estado fragmentario y/o su conservación deficiente y que se encuentran en estudio (y restauración en las instalaciones del MVPAC, que ha colaborado con el proyecto en este aspecto desde el principio).
Para saber más sobre todos ellos, sobre el yacimiento y la interpretación histórica del conjunto (que nosotros relacionamos con la campaña romana del año 25 a. de C. y el desembarco de una legión en la costa cántabra), lo mejor es echar un ojo al vídeo de la presentación que hizo Enrique en el MVPAC hace apenas unas semanas.
Y no podía terminar con La Cabaña sin mencionar que esos legionarios romanos no fueron los únicos que dejaron allí su huella. Muchos años después, el 24 de Agosto de 1937, tropas del CTV italiano (de la División Littorio, concretamente) tomaron el lugar al asalto en el que fue uno de los últimos combates de la Batalla de Santander (la ruptura de la defensa republicana en el Pico del Castillo y las Peñas de Penilla y sus respectivos aledaños, en la línea de cumbres prelitorales). Numerosos restos de munición de fusil y proyectiles de artillería nos cuentan cómo fue una parte importante de aquella batalla, casi completamente olvidada hasta ahora (eclipsada por la caída de Barreda en manos de las Brigadas de Navarra ese mismo día) y que pensamos sacar de las nieblas de la historia en breve.
Captura de pantalla tomada en 2007 de una versión antigua del SIGPAC en la que se ve Castro Negro
En el primer caso (un sitio que localizamos en 2007 pero del que no obtuvimos imágenes medianamente buenas hasta 2014) lo hemos hecho como colaboradores de Eduardo Peralta y su "Proyecto Guerras Cántabras" en una intervención arqueológica dirigida por él, llevada a cabo en verano y otoño de 2016, que ha ofrecido unos magníficos resultados que fueron presentados a la prensa en el MVPAC en el mes de Febrero (con la asistencia del mismo Consejero del ramo) y que tuvieron un gran eco en los medios de comunicación (algunos ejemplos aquí, aquí y aquí). Resumiendo mucho, en esa primera campaña se ha comprobado que la estructura de Castro Negro corresponde a un gran campamento romano de campaña, de unas 10 ha de superficie, defendido por agger y foso y con al menos dos puertas en clavícula. Entre los abundantes materiales recuperados en su interior destacan algunas piezas de armamento y una moneda partida, un as acuñado en Calagurris en la segunda mitad del s. I a. de C.
El campamento de Castro Negro visto desde el pico de La Zamburria (Foto: E. Peralta)
Imagen LIDAR de Castro Negro (orientada hacia el Oeste)
Algunos de los materiales recuperados en Castro Negro (Fotos y composición: E. Peralta)
Y también se ha revisado el cercano yacimiento de Robadorio, descubierto por Manuel Valle y "sospechoso" desde hace unos cuantos años de ser algo parecido a una atalaya legionaria sobre el impresionante entorno de montaña circundante, merced al hallazgo entonces de una tachuela de sandalia a la que ahora han venido a sumarse muchas más. Esa revisión sobre el terreno, ayudada por nuevas imágenes LIDAR, ha permitido comprobar cómo en esa cima hubo un establecimiento militar romano de mayor tamaño y enjundia de lo pensado hasta ahora, relacionado sin duda con el de Castro Negro, muy cercano y en perfecta comunicación visual con él.
Derrumbe de muralla del recinto superior del Robadorio. Al fondo, Peña Prieta (Foto: E. Peralta)
Ambos campamentos, situados a unos 1.900 m uno y a más de 2.200 m el otro, forman el conjunto militar romano localizado a mayor altitud de la península Ibérica y uno de los más altos de Europa. Y es por eso que hemos planteado la hipótesis de que ambos (junto con el del collado de Vistrió, varios km al este y a unos 1.400 m de altitud) estén relacionados con el episodio del Monte Vindio, a donde huyeron los Cántabros derrotados por Antistio bajo las murallas de Bergida en 25 a. de C. y donde pensaban que antes llegarían las olas del mar que los ejércitos de Roma. En esta reconstrucción, ese monte mítico sería (o se localizaría en) el macizo de Peña Prieta o de Fuentes Carrionas, la parte más elevada de la cordillera Cantábrica si exceptuamos los Picos de Europa, con cimas tan emblemáticas como la propia Peña Prieta, el Curavacas, el Tres Provincias o el Espigüete. Y la presencia en esos parajes subalpinos de estos campamentos la prueba palpable de que las aguas del Cantábrico no subieron hasta allí pero las legiones de Augusto sí.
Para conocer más sobre todo lo dicho hasta ahora y hacerse una idea de lo hecho en Castro Negro y Robadorio el año pasado, nada mejor que ver al propio Eduardo Peralta contándolo en la conferencia que dio en el MVPAC hace unos meses:
La segunda intervención, la de La Cabaña, ha sido dirigida por Enrique y ha tenido lugar casi al mismo tiempo que la de la zona de Peña Prieta. El yacimiento fue localizado por nosotros en 2014 gracias a la ortofoto del PNOA de 2010, en la que, merced a una tala reciente de los eucaliptos que ocultaban la superficie, se observaba la existencia de una línea triple de terraplenes y fosos de gran tamaño en un collado que constituye el paso en altura entre los valles de Toranzo y Castañeda, en la zona que figura en la cartografía de la zona como La Cabaña o Peña de la Cabaña. Y al igual que Castro Negro, fue dado a conocer en Gijón en 2014 y recogido en la publicación antes señalada (y su existencia, como las de todas las demás estructuras, comunicada a la autoridad competente en temas de Patrimonio). Los resultados de la intervención fueron mostrados a la prensa este mismo mes (ejemplos de cómo fueron recogidos, aquí y aquí).
Las estructuras de La Cabaña en la orotfotografía aérea de 2010 (Fuente: Mapas Cantabria)
Aunque las estructuras de La Cabaña no estaban muy bien definidas y albergábamos algunas dudas acerca de su verdadera naturaleza, la presencia a poco más de 1 km hacia el sur, en Pando, de lo que tiene toda la pinta de ser un gran campamento de campaña (unas 8 ha) con capacidad para una legión completa hacía que la hipótesis militar romana fuese la principal de las que manejábamos. Y el tiempo ha venido a confirmar que estábamos en lo cierto.
Imagen 3D del campamento de Pando a partir de una fotografía aérea del año 1989 (Fuente: Mapas Cantabria)
Fue en la primavera de 2015 cuando, tras un incendio que asoló las plantaciones de eucaliptos que cubrían la zona (explotada forestalmente de forma ininterrumpida al menos desde los años 50), fuimos avisados por Miguel López Cadavieco de que el monte había sido talado. Una visita en el mes de Mayo nos permitió comprobar que el terreno había sido completamente removido con maquinaria pesada con vistas a una nueva plantación de ese árbol "industrial" cuya masiva presencia en Cantabria inspiró esa genialidad del simpar Ansola titulada "Operación Koala". De las estructuras que definían el yacimiento, como no podía ser de otra manera después de tamaños movimientos de tierras, ni rastro.
Aspecto de La Cabaña en Junio de 2016, tras la tala y las remociones de tierra con maquinaria pesada
Se puso entonces en marcha una operación de salvamento consistente en una prospección con recogida de materiales que sirviese tanto para evaluar la situación real del yacimiento como para tratar de recuperar el mayor número posible de objetos arqueológicos (y de paso establecer, en la medida de lo posible, una atribución cronológica y cultural fiable). Y una revisión en profundidad de todo el material fotográfico a nuestro alcance, especialmente de las series históricas del IGN y del portal Mapas Cantabria. El resultado, como he adelantado poco más arriba, confirmó todas nuestras sospechas (las estructuras habían sido completamente arrasadas y sí: se trataba de un establecimiento militar romano de campaña de la época de las Guerras Cántabras) y nos permitió conocer (o al menos acercarnos a ella) la planta original del campamento, de entre 1,5 y 2 ha de superficie.
El campamento de La Cabaña en una fotografía aérea de los años 40 (Fuente: Fototeca del IGN)
Fragmento de molino
Y no podía terminar con La Cabaña sin mencionar que esos legionarios romanos no fueron los únicos que dejaron allí su huella. Muchos años después, el 24 de Agosto de 1937, tropas del CTV italiano (de la División Littorio, concretamente) tomaron el lugar al asalto en el que fue uno de los últimos combates de la Batalla de Santander (la ruptura de la defensa republicana en el Pico del Castillo y las Peñas de Penilla y sus respectivos aledaños, en la línea de cumbres prelitorales). Numerosos restos de munición de fusil y proyectiles de artillería nos cuentan cómo fue una parte importante de aquella batalla, casi completamente olvidada hasta ahora (eclipsada por la caída de Barreda en manos de las Brigadas de Navarra ese mismo día) y que pensamos sacar de las nieblas de la historia en breve.
Bala de fusil Carcano M91 recogida en La Cabaña
En conclusión, puede decirse que la cosecha de AGGER del año 2016 ha sido excelente. Dos de los posibles establecimientos militares romanos relacionados con las Guerras Cántabras descubiertos en nuestras prospecciones "desde el sofá" (curiosamente, dos de los que en principio nos parecían más dudosos) han sido confirmados como tales gracias al trabajo de campo y han proporcionado sendos conjuntos de materiales arqueológicos más que interesantes, además de permitirnos avanzar (creemos que de forma importante en ambos casos) en la interpretación de las campañas romanas de conquista y la resistencia cántabra. Este año los trabajos en el escenario lebaniego continuarán, de la mano de Eduardo Peralta y con nuestra colaboración, profundizando en el conocimiento de los campamentos en los que se intervino el año pasado y ampliando la geografía del proyecto para abarcar otros sitios aún vírgenes. Y en cuanto a La Cabaña, cumplidos los objetivos planteados y teniendo en cuenta el estado del lugar, no está prevista ninguna actuación. Sin embargo y para compensar, abrimos un nuevo frente hacia occidente y trabajaremos en otro posible establecimiento del mismo tipo parcialmente destruido hace décadas. Esperamos poder repetir añada. En cualquier caso, informaremos de los resultados, sean los que sean. Una vez más, stay tuned.