Han pasado ya dos meses desde la
agridulce despedida de Riocueva y en todo ese tiempo no habíamos encontrado el momento para empezar con el
«trabajo de laboratorio», un nombre excesivamente pomposo para las tareas a las que se refiere. La primera fase es el lavado de materiales, tanto de los objetos recogidos de forma individualizada, como de las «bolsas de nivel». El proceso
ya lo hemos explicado aquí otras veces y es
muy, muy sencillo: A) sacar los objetos de la bolsa; B) pasarlos por el chorro de agua o por un recipiente; C) cepillar suavemente, si es necesario; D) ponerlos a secar sobre un papel de periódico. A veces pienso que si se hacen realidad las
previsiones de algunos analistas —alguno diría agoreros— y desaparece la prensa en papel, los arqueólogos lo íbamos a tener difícil. Total, que así
hemos pasado la mañana el sr. director, Helena y yo ¡ah! y Marta, que se ha unido al equipo habitual del «comando limpieza».
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Lavando una «bolsa de nivel» |
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Un suave cepillado facilita la limpieza |
Y todo eso lo hacemos, como ya es habitual desde la campaña de 2011, en las instalaciones cuyo uso nos cede amablemente el
Museo de Altamira. Si no contásemos con el
«lavadero» de Altamira, el proceso daría muchos más dolores de cabeza. Pero con estos medios a nuestra disposición, la tarea se resuelve en una mañana. Es un trabajo bastante poco estimulante, la verdad. La única ventaja que tiene el asunto es que puedes volver a ver algunos de los
objetos recuperados durante la excavación y, esta vez sí,
limpios, lo que permite apreciar detalles: una decoración de una cerámica, una mordedura en un hueso, una caries en una muela... Quizá la única nota divertida sea que, de vez en cuando,
las cosas no son lo que parecen. No es habitual —somos muy buenos excavando, eso es así —, pero en ocasiones, al lavar con mimo algo en cuya etiqueta pone «cerámica» descubres que es un fragmento de cráneo humano quemado... o peor, una piedra. Sí, una triste piedra. Es mucho más fácil de lo que parece, en condiciones de iluminación tenue como la que habitualmente tenemos durante la excavación, confundir un pedazo de pequeña estalactita con un hueso humano.
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Un «viejo amigo» vuelve a manifestarse |
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Objetos secando sobre papel de periódico, un clásico |
En un tiempo récord, en comparación con campañas anteriores, hemos dejado
secando absolutamente todo el material que teníamos para lavar. El próximo fin de semana lo recogeremos, limpio y seco, listo para el siguiente proceso. Será el momento de revisar el inventario para comprobar cuántos «intrusos» caen de la lista y de siglar todo el material
antes de empezar a estudiarlo.