Algunos se frotarán los ojos y pensarán que está teniendo un
déjà vu. Otros pensarán que somos un poco zánganos y suplimos el hastío estival repitiendo entradas del blog. Los que tengan mejor memoria nos acusarán de
tristeza fingida. Lo anunciábamos hace unos días,
volvemos a Riocueva. Ayer mismo hemos recibido la autorización para una
nueva campaña de actuaciones arqueológicas.
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El permiso, recién llegado |
Será poquita cosa, un par de sondeos nuevos, o tres, pero a pesar de las dificultades, nos resistimos a abandonar la cueva. A estas alturas, después de tanto tiempo, se ha convertido en
La Cueva –que nos disculpen los vecinos de la localidad homónima del municipio de Castañeda–, en un lugar recurrente en nuestra geografía cotidiana. Y siempre queda ese «come-come» de no haber podido rescatar todas las piezas del puzzle. No lo digo sólo por el
broche de cinturón que perseguimos desde que en 2011 encontramos el hebijón, que también. Para algo fue el primer hallazgo, el número 1 del registro, eso le confiere el privilegio de seguir atormentándonos.
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El objeto Nº 1 del registro asomando la «puntita» |
Después de que la peculiar convocatoria de actuaciones arqueológicas de este año nos cogiese casi por sorpresa, ya que se ha presentado
deprisa y corriendo, con un procedimiento un tanto diferente al habitual, hemos de admitir que no confiábamos en que resolviesen tan pronto. Ahora toca organizar el calendario, ver cómo nos organizamos y volver al «agujero». No tenemos previsto excavar mucho, pero una poca de
mano de obra voluntaria, poco exigente con las vituallas y nada protestona siempre se agradece. Ya os iremos contando... Sigue pendiente todavía un asunto de relativa importancia, ya que estamos a la espera de que nos confirmen la
financiación. Confiamos en que se resuelva pronto y podamos ganarle de nuevo el terreno a los tejones.